El día 31 de enero de 1863 al
menos dos estadounidenses se encontraban hospedados en el Hotel Cosmopolitan de
Mazatlán; uno de ellos era un joven de nombre James Isaac Williams, el otro era
Coleman J. Smith, un capitán y
propietario de una goleta, quien había vivido en Alameda County, cuya principal
ciudad es Oakland, California. Ya oscurecía cuando el primero de ellos se
retiró a su habitación, se desvistió y
se acostó. Sin embargo, alrededor de las nueve de la noche otro hombre
pasó por el cuarto en que se hospedaba Williams y notó que sangraba del cuello.
De inmediato él dio la voz de alarma. Al escucharlo varios hombres más
corrieron hacia el cuarto del joven suicida y lo hallaron aún con vida. Sin
embargo, el joven no podía hablar debido a que ya agonizaba. Al verlo así un
hombre corrió en busca de un doctor, pero cuando éste llegó al hotel Isaac ya
había perdido la vida.
En el cuarto se encontró una
nota escrita a lápiz en un miserable trozo de papel, la cual decía: “Mi vida es una carga, y no culpo a nadie más
que a mí. A nadie se culpe por este acto. He sufrido todo el tiempo que pude soportar y
vivir. Sepúltenme donde sea mejor. J.
Isaac Williams.”
Todo indicaba que se trataba
de un suicidio, aunque no aparecía el cuchillo que Williams debía haber
utilizado para quitarse la vida. Fue por ello que los hombres iniciaron una
búsqueda de dicha arma blanca y sólo encontraron un cuchillo de cocina común,
pero que no había sido usado en el “suicidio” ya que no tenía rastros de
sangre. Unos voluntarios entraron al baño y encontraron escondido en la taza un
cuchillo de carnicero ensangrentado y que se veía recién afilado. Isaac no
podía haberse suicidado en su cama y haber dejado el arma en el baño. Ahora
había indicios de que no se trataba de un suicidio como quería hacer creer
aquella nota, sino que alguien había matado al joven.
Por alguna rara razón
alguien comenzó a sospechar del capitán Coleman
y se trasladaron al cuarto de éste. Ahí
encontraron una camisa blanca con rastros de sangre. En el patio también
se encontró una chaqueta ensangrentada que, admitió el sospechoso, era de su propiedad.
Ahí mismo la policía de
Mazatlán arrestó al capitán bajo sospechas de que había sido él quien había
asesinado al joven Williams. Las pertenencias del difunto fueron entregadas al
cónsul de los Estados Unidos en el puerto.
El capitán de la goleta tenía en realidad una mala reputación.
En una ocasión en su barco viajaba por
el Golfo de California cuando uno de sus marineros le exigió le pagara los días
trabajados. Smith no se amilanó y conminó al trabajador a dejar de molestarlo.
Luego, al pasar cerca de una isla acercó el barco a ésta y bajó a tierra junto
con quien osaba exigir su dinero. El
capitán del barco regresó solo a éste. Tiempo después el cuerpo del infortunado
fue encontrado en la misma isla; había sido asesinado con un arma de fuego.
También se supo que Coleman había sido involucrado en tres homicidios más, los
cuales habían tenido como fin despojar de su dinero a los asesinados. Con la ropa ensangrentada propiedad del
capitán y con estos antecedentes la policía tenía sobradas razones para el arresto.
En la época en que sucedió
el homicidio del joven Williams los juicios eran sumarios verbales, muy rápidos. El asesinato en cuestión sucedió el
día 31 de enero y un par de semanas después el hombre fue sentenciado a morir
fusilado. El juez fijó las doce horas del día 22 de febrero; el fusilamiento
tendría lugar precisamente en el traspatio del hotel donde se había cometido el
asesinato. Pero el caso no paró ahí ya
que Coleman apeló la sentencia. A pesar
de esto, el Tribunal Superior confirmó la
sentencia.
Coleman J. Smith pudo
aplazar su muerte, pero no por mucho tiempo. La sentencia definitiva lo condenó
a morir fusilado el día 15 de marzo. Y llegado el momento, el hombre fue
llevado al paredón donde uno de los soldados intentó vendarle los ojos, pero el
hombre lo rechazó. Además pidió ser él quien diera la orden al pelotón. Ambos
deseos le fueron concedidos. Sin vendas en
los ojos, sin mostrar miedo ni arrepentimiento, él hombre dio la orden al
pelotón para que le dispararan. Fue así como, atestiguado
por un elevado número de mazatlecos curiosos, Coleman fue ejecutado por haber
asesinado al joven James Isaac Williams.
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