Los duelos a balazos que se
realizaban en el siglo XIX, y antes y después, tenían sus reglas y todo
duelista, como buen caballero, debía obedecerlas. Dan Showalter y Piercy habían
acordado batirse en duelo en un lugar de San Rafael, al norte de San Francisco,
California, a las once horas del día 24
de mayo de 1861. Sin embargo, el duelo se vio frustrado cuando el sheriff se
hizo presente y arrestó a Showalter, mientras que el otro se escondió entre los
árboles. Pero aquél permaneció detenido
sólo un rato ya que no hubo quien presentara cargos ni se pudo probar el pacto
duelista.
De inmediato el recién
liberado fue hasta donde debía efectuarse el encuentro. Ahí los asistentes de
ambos, tres por cada uno, incluido un médico, los instaron a llegar a un
arreglo amistoso pero no fue posible. Entonces todos comieron en una casa de Fairfax. Ahí Sholwalter dictó su testamento previendo
que no sobreviviría e instruyó a sus amigos todo lo relativo a sus exequias. Luego
fueron al campo, donde se realizaría el combate. Los jueces dieron a conocer de nueva cuenta
las reglas a los duelistas: tomar su rifle, que previamente había sido acordado;
darse la espalda y cuando el juez lo ordenara caminar 20 yardas, dar media vuelta para quedar frente a frente; apuntar al contrincante con el rifle en
posición horizontal u oblicua; entonces el juez diría “Fuego: uno, dos, tres.
Alto” Los protagonistas podían disparar en cualquier momento entre las palabras “uno”
y “tres”. Además de duelistas, médicos y los otros dos asistentes, el grupo
incluía a los amigos de ambas partes. Casi eran las cuatro treinta de la tarde
cuando llegó el momento esperado, el juez pronunció “Uno…” apenas iba a decir “dos”
cuando ambas partes dispararon sus rifles, pero nadie salió herido. “Carguemos
las armas de nuevo” dijo Showalter; y así fue. Vino una segunda ronda y justo
cuando el juez apenas comenzaba a decir “dos” una bala de rifle entró en la
boca de Piercy para salirle por la parte trasera del cuello. Su cabeza dio un
giro, luego su cuerpo cayó. El hombre
quiso levantarse, pero no pudo. El ganador pidió a ambos doctores asistieran al
herido, pero nada pudieron hacer, el derrotado murió un par de minutos
después. Pero ambos se consideraban
caballeros, y al verlo muerto, el duelista sobreviviente dio un discurso en
honor del recién muerto.
Aún así, en duelo, la muerte
de Piercy no dejaba de ser delito, y fue por ello que Showalter desapareció por
una temporada.
El 8 de noviembre de 1865
abrió sus puertas en Villa Unión el hotel Ox Hide and Tail House, propiedad de
la compañía Showalter, Greathouse and Co.
Con Mazatlán en posesión de los franceses, Ramón Corona y sus hombres a menudo se hospedaban
en esta nueva casa de alojamiento. En realidad los propietarios de este negocio
eran Dan Showalter y otro hombre de apellido Beans.
Showalter había actuado como
todo un caballero en el duelo que
sostuvo contra Piercy, cierto, pero no siempre actuaba como uno de verdad. En enero de 1866, mientras Beans se encontraba ausente, el hombre estuvo tomando alcohol por varios días y en un arranque comenzó a
destruir el bar del hotel. Al ver esto, el cantinero lo regañó ya que, le dijo,
no tenía derecho a destruir la propiedad de su socio. Showalter, molesto, le
dijo “Por Dios, yo soy un caballero. Señor”. Pues usted no actúa como tal, le
respondió el cantinero.
Pero Showalter, tras días de
estar bebiendo alcohol, ya estaba más que borracho por lo que, sin pensarlo,
sacó una daga y sólo para provocarlo con el costado de la hoja le dio en plena
cara al otro. La pelea había comenzado y el provocador no había medido las
consecuencias. En realidad el cantinero tenía una pistola y no dudó darle uso.
Al sentir el golpe de la daga, el cantinero sacó su arma y le disparó a
Showalter; la bala le entró por el codo y subió por el brazo hasta alojarse en
el hombro. Al verlo tirado, el cantinero estuvo a punto de rematarlo, pero los
parroquianos se lo impidieron.
El estadounidense tenía el brazo deshecho por completo, muy
pronto la herida se le infectó y contrajo tétano. Pocos días después, el 4 de febrero, falleció
de trismo. Su muerte fue muy comentada en California debido a que había sido
legislador de este estado y al duelo que había sostenido contra Piercy.
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