El 10 de diciembre del año 2014
fui invitado a participar en el coloquio “Intervención Francesa en Sinaloa” que
se efectuó en el edificio sede del Congreso del Estado, en Culiacán, Sinaloa.
El acto inaugural asistieron los presidentes municipales de Mazatlán, Navolato
y Culiacán, así como un elevado número de los diputados locales; el salón estaba
repleto. Tras la inauguración formal,
vino la toma de las fotos y luego… casi
se vació el salón.
Participamos cinco ponentes,
Gilberto
López Alanís, Dr. Rigoberto Rodríguez Benítez, Dr. Pedro Cázares Aboytes, y Dr. Javier Fuentes Posadas y el suscrito.
Fue ahí donde recibí mi grado de doctor… bueno, así me anunciaron ellos.
Entre los
pocos asistentes que quedaron, si acaso treinta personas, con toda atención nos
escuchaban el presidente municipal de Navolato y su esposa. Esta es mi
participación en este evento. Luego vendrían una serie de preguntas
Los Buques de Guerra Franceses
Antonio Lerma Garay
La Intervención Francesa en
México inició en los albores de los años mil ochocientos sesentas, y uno de los
primeros objetivos del ejército invasor fue apoderarse de la ciudad y puerto de
Mazatlán. Pero ¿por qué para el Imperio
Mejicano de Maximiliano I era necesario tomar primero Mazatlán? ¿Por qué no
posesionarse primero de otra ciudad del noroeste de México, de La Paz, de
Guaymas, de Tepic, de Hermosillo o de Culiacán?
Para poder responder a esta pregunta
necesitamos remontarnos todavía varios años más atrás, precisamente hasta la
mañana del día doce de julio de 1852 cuando las fuerzas del gobernador
Francisco de la Vega se enfrentan a los hombres del coronel Pedro Valdez y a
ciudadanos mazatlecos en la Plazuela Machado de Mazatlán. Derrotado aquél y
hecho prisionero, tras ser liberado se retira a El Quelite, donde decreta al
puerto como cerrado para el comercio. Entonces el coronel Pedro Valdez, con el
consentimiento de los ciudadanos mazatlecos y los comerciantes extranjeros,
declara a la ciudad y puerto como independiente del estado de Sinaloa,
declarando como su nombre oficial Mazatlán, Territorio Federal. Cierto es que
el gobierno central no aprobó esta escisión,
pero la pugna entre el coronel y de la Vega continuó lo que produjo el
autonombramiento de Valdez como gobernador del estado deponiendo a aquél. Luego
vino la derrota del ex gobernador en la ciudad de Culiacán el 16 de octubre de
ese mismo año. Por último, el día veinticuatro siguiente Pedro Valdez emite un
decreto por el que Mazatlán pasa a ser la capital del estado de Sinaloa.
Aunado a lo anterior se encuentra
el hecho de que en ese entonces Mazatlán era el principal puerto del Pacífico
mexicano; una gran cantidad de importaciones y exportaciones se efectuaban por
este punto geográfico, originando altas sumas de dinero por concepto de
aranceles. Por último, pero también de vital importancia, debido a lo señalado en el punto que antecede
Mazatlán se convirtió en la principal ciudad del norte de México, no en vano
los periódicos estadounidenses se referirían pocos años después a esta ciudad como “la metrópolis de
Sinaloa”. Fue por estas tres estratégicas razones, porque se trataba de la capital del estado de Sinaloa, así como el principal puerto del pacífico y a
la vez la principal ciudad del norte de México, que era imprescindible para el
Imperio Mejicano apoderarse cuanto antes de Mazatlán.
En realidad la marina
francesa inició hostilidades en Mazatlán
desde diciembre de 1861 cuando el buque de guerra Serieuse efectúa un breve bloqueo del puerto.
Luego, de mayo 23 a junio 16 de 1863, lo mismo hizo La Bayonaise, al mando de Mullet,
que no sólo bloqueó el puerto sino que liberó un barco francés, Rubens, que había sido incautado
por contrabando, además de hundir un
barco pequeño. Pero apenas había zarpado este buque cuando ancló en aguas
mazatlecas el Diamant, día 17, que en
ese entonces no realizó hostilidades. El día 21 del mismo mes se acercó el Galatea
y ambos buques navegaron hacia el norte, hacia San Francisco,
California. Plácido Vega, entonces gobernador del estado, escribió una carta al
presidente Benito Juárez haciéndole saber sus sospechas de que los franceses
preparaban su ataque a los puertos mexicanos desde aquel punto de California.
Sería un error grave omitir que
el cinco de febrero de mil ochocientos sesenta y tres fue de este puerto de
donde partió la Brigada Sinaloa hacia
Acapulco para la defensa del territorio nacional. La brigada se componía de dos
mil hombres (sinaloenses, sonorenses, cuatro o cinco bajacalifornianos y varios
más de otros estados) contaba con dos mil quinientos fusiles y doscientos mil
tiros. La brigada viajó a bordo de seis
barcos regulares: Mazatlán, Caribe, Emigdia,
Alerta, Conde Cavour y Esmeralda
los que se vieron obligados a anclar en las cercanías de Zihuatanejo pues un
buque de guerra francés los seguía de cerca.
Su comandante era el general Plácido Vega Daza quien, dicho sea de
paso, merece una revisión imparcial de
su biografía para aclarar una serie de imprecisiones y mentiras que historiadores y aficionados de
la Historia repiten sobre él.
El siguiente episodio registrado
de ataque de los buques de guerra franceses a la ciudad y puerto se efectuó un
año después, los días 26, 28 y 31 de marzo del año siguiente. Se trata de los
súper cacareados ataques contra Mazatlán que realizó una pequeña corbeta de
guerra de veintidós cañones llamada Cordeliere; magnificados por la ignorancia y un patriotismo mal
entendido.
Luego vino el día doce de
noviembre de ese mismo año cuando la fragata Victoire, la corbeta d’Assas,
las balandras Lucifer y Diamant, bajo el mando del capitán de navío Le Normand
de Kergrist bloquean el puerto y solicitaron al gobernador Antonio Rosales
entregara la ciudad. El puerto ya estaba
asegurado por mar, por tierra lo sitiaban Manuel Lozada y sus hombres. Y cuando las fuerzas mexicanas abandonaron la
ciudad, olvidando veinticinco piezas de artillería y sin avisar a los
invasores, la mañana siguiente se inició un pequeño bombardeo a ésta. Muy lejos había quedado aquel Mazatlán,
Territorio Federal; ya no era Mazatlán,
Sinaloa, México. Desde ese momento oficialmente se llamó Departamento de Mazatlán, Imperio Mejicano.
Como mera anécdota es de
recordarse la llegada de un nuevo Comisario
Imperial don Manuel Gamboa, ex general del ejército mexicano quien había
participado durante la Invasión Estadounidense. Vestido pomposamente, él llegó a bordo del buque Minerva el caluroso día 21 de agosto de 1865. Otra anécdota lo fue
la celebración imperial que tuvo lugar con motivo del noventa y seis
aniversario del nacimiento de Napoleón I.
El último episodio de los navíos
de guerra franceses en aguas mazatlecas se dio con la salida del ejército
invasor, precisamente el día 13 de noviembre de 1866. Y en esta fecha una vez más la ciudad estuvo
a punto de ser bombardeada por estos navíos, Marie, Talisman y el poderosísimo Rhin.
Los franceses enviaron una comisión de tregua a parlamentar con Ramón Corona
para que les permitiera embarcarse sin ser atacados. Le advirtieron que si lo
hacía los tres buques responderían bombardeando la ciudad. Los cañones de los barcos estaban listos
para el ataque, pero por fortuna Ramón Corona no atacó a los franceses en su
repliegue.
Por supuesto que estos no fueron
los únicos hechos en que intervinieron los buques de guerra franceses en
Mazatlán, pero sí son los más representativos.
Culiacán, Sinaloa, a 10 de
diciembre de 2014.
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