Es innegable que el doctor Martiniano Carvajal y su equipo de
colaboradores fueron quienes combatieron y dieron fin a la epidemia de peste
bubónica que azotó Mazatlán en los años 1902-1903. Cada que se habla de dicha
peste y, por ende del doctor, se refieren a él como si por su sola voluntad él
hubiera acabado con la mortal enfermedad. Lo que nadie menciona es que ni
Carvajal ni nadie hubieran podido combatir la peste tan eficazmente de no ser
por el Suero de Yersin. El suero que descubrió Alexandre Yersin.
Pero también el doctor Martiniano Carvajal estuvo a punto de morir durante esta epidemia… y no precisamente por la enfermedad. Esta es la anécdota.
Durante dicha epidemia miles de mazatlecos
abandonaron esta ciudad intentando evitar ser contagiados, pero muchos de ellos
ya habían adquirido la enfermedad y en su emigración sólo la propagaban. Fue
así como llegó a Villa Unión, El Quelite y otras poblaciones. En Villa Unión la
enfermedad cobró varias vidas. Fue por ello, que se propuso erigir tanto en El
Quelite como en Villa Unión sendos lazaretos.
El día dos de marzo de 1903 el doctor Carvajal viajó a Villa Unión para supervisar personalmente los trabajos, pero el día tres murieron dos personas en esta población y los dos agentes de sanidad que quedaban en el pueblo hicieron lo que solían hacer en estos casos: de inmediato dispusieron incinerar las casa que habitaban estas dos personas. Y así lo hicieron, muy pronto ambas viviendas estaban siendo consumidas por el fuego. Pero ambos agentes lo hicieron tan imprudentemente que muy pronto las casa contiguas comenzaron a incendiarse… y luego las de enseguida… y otras más. El resultado fue de catorce casas incendiadas por causa del mal manejo de la situación por parte de los agentes sanitarios.
El día dos de marzo de 1903 el doctor Carvajal viajó a Villa Unión para supervisar personalmente los trabajos, pero el día tres murieron dos personas en esta población y los dos agentes de sanidad que quedaban en el pueblo hicieron lo que solían hacer en estos casos: de inmediato dispusieron incinerar las casa que habitaban estas dos personas. Y así lo hicieron, muy pronto ambas viviendas estaban siendo consumidas por el fuego. Pero ambos agentes lo hicieron tan imprudentemente que muy pronto las casa contiguas comenzaron a incendiarse… y luego las de enseguida… y otras más. El resultado fue de catorce casas incendiadas por causa del mal manejo de la situación por parte de los agentes sanitarios.
Los propietarios de las otras doce casas incendiadas muy pronto montaron
en cólera y comenzaron a agredir a los dos agentes de sanidad.
A los dueños de las doce casas destruidas se
sumaron muchas personas más. Muy pronto más de cien villaunionenses correteaban
por las calles a los agentes mientras los apedreaban. Los dos hombres se
internaron en el monte y escaparon como pudieron de la muchedumbre. Pero por
fortuna también en Villa Unión se encontraba un destacamento del ejército que
intervino de inmediato y restauró el orden.
Pero el asunto no terminó ahí. La muchedumbre consideraba que el
culpable de todo era el doctor Martiniano Carvajal y comenzaron a buscarlo en
Villa Unión, gritando consignas en contra de él y jurando que lo matarían en cuanto
lo encontraran.
Para mediados de marzo se presentaron unos cuantos nuevos casos en Villa Unión y Siqueros, pero para el día veintiocho los efectos del suero de Yersin junto con los esfuerzos de Carvajal y su equipo rindieron frutos: ya no había ningún caso nuevo; para esta misma fecha, en ambas poblaciones, habían sido vacunadas un total de 643 personas. Mientras que en Mazatlán el día veintinueve cinco pacientes fueron dados de alta del lazareto, y los ocho que aún permanecían en él ya convalecían.
Para mediados de marzo se presentaron unos cuantos nuevos casos en Villa Unión y Siqueros, pero para el día veintiocho los efectos del suero de Yersin junto con los esfuerzos de Carvajal y su equipo rindieron frutos: ya no había ningún caso nuevo; para esta misma fecha, en ambas poblaciones, habían sido vacunadas un total de 643 personas. Mientras que en Mazatlán el día veintinueve cinco pacientes fueron dados de alta del lazareto, y los ocho que aún permanecían en él ya convalecían.
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