(Investigación,
traducción e introducción de Antonio Lerma Garay)
Introducción
El
25 de diciembre de 1901, a petición del señor B. F. Johnstone, el cónsul de los
Estados Unidos en Mazatlán, Louis
Kaiser, partió de este puerto rumbo a
Topolobampo a investigar y atender personalmente los problemas que
surgían entre el señor Johnstone y los pobladores de la famosa colonia de
Albert K. Owen. Mediante telégrafo del día 2 de julio de 1901, desde la ciudad
de México, la presidencia de la República instruía al gobernador Francisco
Cañedo para que protegiera los intereses de B. F. Johnstone. El diplomático
estadounidense en Mazatlán reportó a la Secretaría de Estado el resultado de
sus labores. La siguiente es traducción del despacho enviado por el cónsul Louis Kaiser
a la secretaría de Estado, así como del contrato ofrecido por B. F. Johnstone
a los colonos; documentos que se encuentran en los archivos del Departamento de
Estado de los Estados Unidos, bajo nombre U. S. Department of State. Despatches
of U. S. Consuls from Mazatlán 1826-1928:
Mazatlán,
México, a 5 de abril de 1902.
H.
Alvey A. Adee.
Segundo
Asistente de la Secretaría de estado
Washington,
D. C.
Tengo
el honor de acusar recibo de su despacho
número 55, de fecha 11 de marzo,
mismo que recibí el 3 de abril, pidiéndome hacer un reporte completo de
todo lo concerniente a las insatisfacciones que existen entre la colonia de
extranjeros en Los Mochis y el señor B. F. Johnstone de Ahome. Para su
consideración aquí le transmito mi reporte como lo solicita.
Señor,
soy su obediente sirviente.
Louis
Kaiser
Se
adjuntan diez anexos.
La Colonia de Los Mochis
La
Texas Topolobampo and Pacific Railroad
and Telegraph Company tuvo un contrato con el gobierno de la República
Mexicana, el 22 de julio de 1886, para
colonización, el cual estuvo en vigor hasta la aprobación del nuevo contrato
con A. K. Owen el 28 de febrero de 1890.
Albert K.
Owen, de Chester, Filadelfia, aseguró una concesión del
gobierno mexicano para construir un ferrocarril entre los estados de Sinaloa,
Chihuahua y Coahuila; corriendo de la bahía de Topolobampo, en la costa del
Pacífico, hasta el México Central, en Paso del Norte; dándole el derecho de
asentar colonias en ciertas tierras vacantes.
La
concesión también le dio derecho a usar todo el agua, de los ríos Fuerte y
Sinaloa, necesaria para irrigar la tierra que adquiriera entre los dos ríos. El
señor Owen hizo un fideicomiso con J. H. Rice y otros incluyendo unos 80 000
acres de tierra llamada “Los Mochis” la cual sería vendida a un dólar de oro el
acre, proveyendo que sólo él podría realizar la venta, y el señor Owen se vio
obligado a asentar cada año un cierto número de colonos dentro de los límites
de la concesión. Él concibió la idea de formar una sociedad anónima para
comprar los 80 000 acres, más o menos, que tenía en el fideicomiso.
Estaban
por lanzar 100 000 acciones, a un dólar cada una. Los primeros ingresos serían
para la compra de las tierras y el resto para irrigarlas y mejorarlas, para
colonizarlas tan pronto como estuvieran
listas.
Debido
a la falta de confianza en la empresa del señor Owen, nunca hubo dinero
suficiente de las acciones para comprar los terrenos; algo a lo que algunos
llamaban ardid para no perder la concesión. Para ese entonces (1888) el
honorable secretario del tesoro Wm. Windom había muerto, lo cual fue un duro
golpe para los planes del señor Owen, ya que el señor Windom era el organizador
y promotor de la mencionada compañía de ferrocarril. Y debido a su muerte se
abandonó la empresa durante el tiempo que Owen estaba en la ciudad de México
esforzándose en renovar la concesión.
Mientras
tanto llegaba gente para unirse a la colonia con la impresión de que ésta
estaba en regla y se quedaban grandemente decepcionados de encontrar que habían
venido a un lugar carente de comodidades o siquiera lo más necesario, excepto
por un buen clima.
El
señor Owen pasó la mayor parte del tiempo entre Nueva York y México, intentando
sostener ambos términos de su empresa y como último recurso organizó una
compañía conocida como Kansas y Sinaloa Investment Company, la cual construiría
un ferrocarril de la ciudad de Kansas a Topolobampo.
Bajo
el nombre de The Credit Foncier Company también ayudarían con dinero a
construir
un canal para irrigar una parte del “Mochis” para la colonia Topolobampo.
Los
gastos de excavación del canal, mano de obra e inversión, serían pagados mediante
este mecanismo: un dólar del cual tenía el valor de cincuenta centavos oro,
excepto para comprar agua para lo cual tendría un valor de dólar de oro.
El
señor Owen tomó una concesión para cavar un canal, construido por miembros de
la Credit Foncier Company, y nadie podía usar el agua más que los colonos.
Para
convertirse en colono, la persona tenía que firmar una promesa al señor Owen y antes de partir
de Estados Unidos, comprar al menos una acción
de la Credit Foncier Company. Este juramento obligaba a cada miembro de
la Credit Foncier Company a atenerse a las leyes y reglas de la Colonia
Topolobampo (Previamente, éstas habían sido enviadas para su estudio y
comentario a cualquiera que se uniera a la colonia) y también a no recurrir con
ningún asunto a los juzgados mexicanos.
Mientras
que parte de los colonos construyeron el canal otros inspeccionaron el terreno
“Mochis” y encontraron que tenía unos 15 000 acres de demasía, la cual el señor
Owen había registrado debidamente de acuerdo a la concesión del gobierno
mexicano.
Las
leyes mexicanas permiten a una persona escoger su tierra donde ha hecho
mejoras, consecuentemente la Credit Foncier Company comenzó a asentarse en las
cercanías del dique.
Como
muestra de las ideas en conflicto que
existen entre los primeros colonos que llegaron a Topolobampo y aquellos que
llegaron con la Kansas y Sinaloa Improvement Company respecto a cómo manejar la colonia, tanta diversidad de
opiniones se han mostrado que fue
imposible para el señor Owen mantener a la gente unida y la concesión
virtualmente se perdió. Ahora, como la gente había comenzado a construir casas
en el terreno y la Credit Foncier Company cerca al “Non este” (así es llamada ahora la facción de Owen)
comenzó a buscar otros medios para mantener sus posesiones. El señor J. Rice,
como representante del fideicomiso de la citada compañía de ferrocarril, había
dado un poder al señor Joseph Hampl, quien otorgó un contrato de noventa y
nueve años con favorables términos de
pago a todos aquellos que se
apegaban a las ideas de Owen y de él mismo. Estos contratos fueron debidamente
sellados y estampados, pero parece que nunca fueron registrados.
La
colonia “Los Mochis” o Topolobampo, se compone de una gran mezcla de gentes de
casi una docena de naciones, entre las cuales hay algunas personas con muy
buena educación, pero la mayoría de ellos son de la clase ordinaria que viven
en un plan de cooperativa bajo la influencia del señor Albert K. Owen.
Originalmente consistía de unas quinientas almas pero que, debido a diferentes
causas y razones, ha disminuido hasta alrededor de unas cien almas en el
presente.
La
gente más o menos estaba ilusionada con cuentos de hadas, etcétera etcétera, y
soportó grandes penalidades, tanto así que a solicitud de algunos de los
colonos el gobierno de los Estados Unidos envió ahí un barco de guerra, con
comida para ellos pero los oficiales del barco encontraron que habían sido mal
informados ya que los colonos tenían buenas provisiones de alimentos.
La
colonia nunca fue un éxito y la gran mayoría de los colonos ha dejado el
lugar con repugnancia y en el presente
sólo una pequeña porción permanece en Los Mochis. La principal causa de todos
los problemas es que los colonos que aún quedan creen tener derechos sobre las
tierras y sobre el canal, lo cual, en mi humilde opinión, no es el caso.
Esta
colonia pronto tuvo una reputación desfavorable y, en opinión de los
colonos, todos estaban conspirando en
contra de ellos y de sus derechos, hasta que finalmente alcanzaron la etapa en
que son conocidos como golpeadores y han mantenido esa reputación hasta lo
último.
Ahora
tengo en mis archivos varias peticiones a los diferentes cónsules de aquí, a
las cuales los dichos cónsules no prestaron atención y las encontré pulcramente
atadas en los archivos de este consulado. La carta adjunta, escrita por el
cónsul en La Paz, James Viosc, le dará una idea de la reputación que tienes
esas gentes. Esta carta es el anexo 7.
Todas
las concesiones hechas por las diferentes partes fueron hechas sin la menor
referencia a los derechos que esos colonos tenían, tanto en lo que se refiere
al terreno como a las aguas del dique en Los Mochis.
Aquí
le transmito a usted la opinión del abogado A. B. Gastélum de El Fuerte a John.
H. Rice, un abogado de Chicago, Ia cual le dará una idea de la situación legal
del canal así como de los terrenos de Los Mochis Si desea puedo conseguirle una
copia del contrato celebrado entre Leondra Fernández, Secretario del Interior, y
Lorenzo Elizaga abogado de B. F. Johnstone, de
la Sinaloa Sugar Refining Company, para la utilización de las aguas de
los ríos Sinaloa y Fuerte en el estado de Sinaloa, el cual da al señor B. F.
Johnstone el control legal de dicho canal.
Anexo
número dos. Muestra la propiedad legal que ejerce B. F. Johnstone sobre 40 000
acres de tierra situada cerca y alrededor del canal de Los Mochis. Es una copia
del título de propiedad del terreno conocido como Los Mochis, situado en el
distrito de El Fuerte, estado de Sinaloa.
Los
colonos ignoran estos hechos y aducen que el citado señor B. F. Johnstone no
tiene derechos para reclamar ni los 40 000 acres de tierra ni el uso de agua
del canal Los Mochis, y dicen que Johnstone ocupa la tierra fraudulentamente.
De
la mejor información que pude obtener, creo que el señor Johnstone es el
propietario legal de ambas propiedades. Las autoridades de la ciudad de México
lo mismo que el gobernador de este estado apoyan su postura y han dado órdenes
a las autoridades locales para que protejan las propiedades del señor Johnstone
y arresten a cualquiera que dañe o viole dichas propiedades. Como anexo número
3 le adjunto copias de dichas órdenes.
Los
colonos han sido muy desafortunados al asentarse y mejorar las tierras, a lo
cual no tenían derecho, y es un gran infortunio para esa pobre gente renunciar
a todo y empezar una nueva vida otra vez.
El
señor Johnstone viene a menudo a
negocios y me ha llamado varias veces y a pedido mío me explicó la situación y
me pidió que investigara ambas versiones. Decliné a esto no deseando mezclarme
en este asunto hasta que, en su última visita a Mazatlán su manejador de Ahome
le envió una carta informándole que el señor Cox, uno de los colonos, amenazaba
públicamente la vida del señor Johnstone si no obtenía lo que él consideraba un
arreglo justo (ver anexo 5) y me pidió
de nuevo que lo acompañara a Ahome, lugar desde donde pude llegar a Los Mochis
y actuar como mediador entre las dos partes o al menos ver cuál era la
verdadera causa del problema, y sugerir vías para un acuerdo pacífico. Y al
tener una gran cantidad de correspondencia insatisfactoria con algunos de los
colonos, por fin consentí ir allá.
Tuve
varias entrevistas con los líderes en Ahome y, a invitación suya, fui a Los
Mochis a reunirme con TODOS LOS COLONOS Y POBLADORES y oír su versión de esta historia, y a hacer
lo que pudiera para proteger sus derechos.
Señalamos
lugar y hora para el encuentro, cita que tanto yo como los colonos mantuvimos.
Después de escuchar una media docena de discursos, más o menos, les aconsejé
abandonar su actitud hostil y antagonista hacia el señor Johnstone y que me
dieran poder para interceder por ellos ante él. Ellos se opusieron
violentamente diciendo que no tenían nada que arreglar ya que la propiedad en
cuestión era legalmente de ellos y que
lucharían por ella hasta el final. La misma mañana un comité de colonos y
pobladores me esperaba y amablemente me pidió que los visitara y asistirlos
para llegar a los mejores términos con el señor Johnstone, ya que estaban cansados
de pleitos y amenazas. Y si yo pudiera inducir al el señor Johnstone para que
les diera lo justo para seguir su vida y
que les permitiera conservar sus hogares, ellos se quedarían y construirían sus
casas permanentes. Me reuní con estas gentes y las encontré dispuestas a
escuchar y les ofrecí mis servicios y buena voluntad para llegar a un arreglo.
La gente que atendió esta reunión representa el 80% de los colonos y
pobladores, y todos ellos cumplieron su palabra y realizaron contratos con el
señor Johnstone. Pasé unos tres días en los asentamientos y cuando regresé a
Ahome estaba y me sentía satisfecho de haber hecho un gran trato hacia el
establecimiento de la paz y prosperidad.
El señor Johnstone y yo mismo pasamos
casi una semana discutiendo la situación y la mejor manera para llegar a un
arreglo justo para todos. Entonces el señor Johnstone propuso que los colonos
retuvieran las casas que ahora ocupan sin cargo alguno; rentarles los terrenos
a $ 1.00 por acre; y agua para irrigación a un dólar por acre; por un término
de mil años. Además estuvo de acuerdo en pagarles un buen precio por la caña
que cosecharan. Esta propuesta se la adjunto como anexo 5.
Esto ha dado más libertad al señor Johnstone y los contratos se han celebrado
con cerca del 80 por ciento de los colonos.
El
resto de los colonos insatisfechos son liderados por tres hombres, señores
Hampl, Bentley y Law, con quienes no pude hacer nada, ya que ellos lo querían
todo a su modo, correcto o no, o peleaban por ello.
Le
anexo copias de cartas de los así llamados líderes (anexo 6) para que se dé su
propia idea, y también remito copias de las solicitudes enviadas
al embajador en la ciudad de México (anexos 8 y 9).
Yo
afirmo que, de la mejor información que pude obtener, encuentro que muchos de
los colonos insatisfechos no son estadounidenses, aunque encontré entre ellos
algunos viejos soldados de la rebelión.
En
conclusión, yo afirmo que me he
esforzado para dar a usted mi opinión sin prejuicio alguno y le he
reportado los hechos tal como los encontré. Siento que la parte más deplorable
de este asunto es que mientras toda mi simpatía está con la mayoría de los
colonos, por sus muchos problemas e infortunios, por todo lo que pude saber, es
el señor Johnstone el propietario legal de los bienes en disputa.
Contrato de
arrendamiento
Enero
11 de 1902.
Habitantes
de Mochis.
Los
Mochis
Habiendo
adquirido por compra la propiedad y posesión de las tierras conocidas como Los
Mochis y el canal del mismo nombre; lo mismo que autoridad del gobierno federal
mexicano para tomar aguas del río Fuerte por medio de dicho canal y para
ampliarlo y profundizarlo; estos hechos constan en archivos públicos y están
abiertos para la inspección; que todos los colonos que lo deseen podrán
permanecer en las citadas tierras. También, tomando en consideración las
circunstancias en que muchos de ustedes se asentaron en estas tierras. Deseo a
favor de la compañía que represento ofrecerles un contrato de renta, por el
término de mil años, sobre las casas con todas sus mejoras que les han hecho,
por la suma meramente nominal de $ 1.00 el acre por año. Adicionalmente acordamos agrandar y mejorar el canal y una
vez terminado proporcionarles agua para irrigación a 40 centavos por acre.
Adicionalmente
acordamos pagar todos los impuestos que dichas tierras pudieran causar por el
término de diez años.
Estos
contratos serán por supuesto propiedad del firmante y éste recibirá los
beneficios de cualquier aumento en el valor de la propiedad, y en caso de
muerte heredará los beneficios a sus herederos.
Estos
contratos serán dados absolutamente sin condición alguna u obligación por parte
de los pobladores hacia la compañía, y sólo será sujeto a la cláusula
usual de que las instalaciones no serán
usadas para otro propósito, ilegal o inmoral, y no puede ser vendida sin el
consentimiento del arrendador.
Confiamos
que ustedes reconocerán el hecho de que
la renta de un dólar por acre es enteramente nominal y de ninguna manera
representa ganancia monetaria para nosotros. Les hacemos esta oferta en un
esfuerzo sincero de convencerlos de nuestro deseo de encontrarnos con ustedes
en un espíritu amistoso. Los términos
del mismo aseguran a cada poblador una casa permanente con agua alrededor de un
50 % menos que en el presente.
Nuestra
nueva intención es gastar un millón de
dólares en mejorar nuestra propiedad, construir molinos de azúcar, etcétera, lo
cual dará empleo a todos los hombres que lo deseen y proporcionar un mercado
para los productos de ustedes. No tenemos duda de que a muy corto plazo los
contratos se convertirán en algo muy
valioso para ustedes.
Con
esta propuesta sentimos que hemos hecho todo nuestro deber moral, y por bien de
las futuras relaciones amistosas confiamos que ustedes con encontraran con el
mismo espíritu.
Sinceramente
suyo
B.
F. Johnstone.
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