viernes, 14 de septiembre de 2018

Escupitajos al INEE


Escupitajos al INEE
© Antonio Lerma Garay

El 7 de agosto de 2002 el presidente Vicente Fox Quezada decretó la creación del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa, concediéndole en sus considerandos independencia de las demás autoridades. No obstante, fue mediante la reforma constitucional del 25 de febrero del  2013 cuando se elevaron  a rango constitucional tanto a dicho instituto como a la evaluación educativa.

Fue así como el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación renació el año 2013, pero como un hijo no deseado, salvo por algunos sectores. Para los profesores ha sido considerado una afrenta; para el sindicato representó la pérdida de algunos de sus privilegios; para la oposición izquierdista al gobierno un agravio más. Fue el INEE, pues,  en conjunto con la reforma educativa, como  el embarazo  de una mujer a sus  cuarenta y ocho años de edad: sencillamente no deseado.

En los pasados dos años me  tocó trabajar eventualmente pare el INEE,  en campo y en oficina. Siempre como el último o casi último de los eslabones. Pero gracias a ello pude darme cuenta de algunas de las  bondades y  lados flacos tanto de la evaluación y del instituto.  Burocratizado y centralizado éste, tanto que bien podría decirse sovietizado. La evaluación, MUY NECESARIA, mirada por regla general con desconfianza, innecesaria.

Gracias a esos viajes de evaluación conocí a maestros que dan todo por su camiseta: una joven maestra de preescolar en Píramo Viejo, Quilá, municipio de Culiacán, quien atiende a dos grupos, es además directora del centro escolar y también, por supuesto, la administradora.  Vive en un poblado vecino a Píramo y sin carro propio a diario se ve obligada a pedir “raite”. Dos veces profesora, directora y administradora del preescolar recibe un sueldo de $ 1800.00 quincenales. Sí, un mil ochocientos pesos cada quince días.
En la otra cara de la moneda, conozco a una mujer que de cantinera pasó a ser a maestra de niños en un CAM de aquí de Mazatlán; sin haber pasado siquiera por la preparatoria, ya no digamos Escuela Normal o Universidad Pedagógica. ¡Viva México!

El nuevo gobierno ya ha resuelto la abrogación de la Ley de la materia y, por ende, la inexistencia tanto del Instituto como de la evaluación en un “por mientras”. Malparido, el INEE no ve lejos su desaparición; sin embargo,  tiene un calendario programado de actividades y está obligado a cumplir con él.  
Desde el Congreso de la Unión, Diputados y Senadores  del partido político  MORENA  han solicitado al INEE deje de cumplir con las funciones que le competen. Sin embargo, el INEE cumple con una función, para bien o para mal, perfectamente establecida en la Carta Magna. Además, fundamental: Contra la Constitución no puede argüirse Ley alguna, mucho menos un punto de acuerdo.

¿Dónde quedó el respeto interinstitucional? ¿Y  las formas? ¿y el respeto a la Ley, a la Constitución? Los priístas se caracterizaron por aventar al  escusado cuanta ley podían, incluida la Carta Magna. Visto está que con los de MORENA no va haber mucha diferencia al respecto. Si ya se está aplaudiendo la desaparición del INEE: “no va a quedar ni una coma de la reforma educativa”, dijo el diputado Mario Delgado.

Centralizado, burocratizado hasta el exceso, sovietizado si se desea adjetivar así; pero  el INEE tiene existencia constitucional y constitucional es su función. Y no hay “punto de acuerdo”, así sea de ambas cámaras,  que esté por encima de dicho precepto constitucional (contenido en el artículo tercero).  Por ende, el INEE debe continuar con sus funciones mientras el cuerpo normativo que le dio vida jurídica no sea abrogado.

Pero si hasta un miembro de su “Junta de Gobierno”, Gilberto Guevara Niebla,  ya salió volando hacia los nuevos horizontes, si el comunicado de respuesta a la Cámara emitido por el propio INEE se ve timorato. Pero ¿por qué no guardar las formas, respetar tiempos, ley, constitución? ¿Por qué no permitir que el que agoniza muera con dignidad?


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