martes, 18 de diciembre de 2018

Cuatro Noches con Elsa Aguirre en Mazatlán



Cuatro Noches con Elsa Aguirre en Mazatlán
©Antonio Lerma Garay

Sin lugar a dudas una de las mujeres más bellas de la «Época de Oro del Cine Mexicano» lo fue la chihuahuense Elsa Irma Aguirre Juárez, mejor conocida como Elsa Aguirre. Su belleza la llevó a debutar en el cine con apenas quince años de edad en la película «El Sexo Fuerte,» del director Emilio Gómez Muriel, estrenada el 23 de mayo de 1946. Catorce producciones después, seis años más tarde, protagonizó una comedia cuya trama se ubica en el la Tierra de Venados; sí, en Mazatlán. Dirigida por Raúl de Anda y estrenada el primero de febrero de 1952, «Cuatro Noches Contigo» es la historia de Elsa Peralta, Elsa Aguirre, de su padre, el gobernador Peralta, Domingo Soler, y de Luis Galán, Luis Aguilar, un vendedor convencido de que las mujeres son malas por naturaleza.

En el aeropuerto de una ciudad no determinada del noroeste de México, Elsa está a punto de huir a la Ciudad de México en un vuelo comercial para encontrarse con su nuevo enamorado y, a la vez, huir de su posesivo padre. Pero en cuanto el aeroplano va a despegar, el gobernador en persona ordena detenerlo y bajar de él a su enamoradiza hija. Obligada a regresar al hogar paterno, Elsa no se da por vencida y hace un plan para reunirse con el hombre de quien se ha enamorado, de nombre Joaquín de Orizaba. A escondidas, sale de su casa y va a una casa de empeño para empeñar sus joyas y conseguir el dinero necesario para viajar en tren desde esa ciudad no precisada hasta la capital. Pero su plan comienza a fallar y con el dinero que ha conseguido apenas le alcanza para un boleto de segunda clase a Mazatlán.

Ya a bordo del ferrocarril conoce a Luis, un vendedor de tequila marca «Pechuga de Ángel», un borrachín decepcionado de las mujeres debido a un fracaso amoroso. Pero al enterarse de la nueva fuga de su hija, el gobernador moviliza a todos sus agentes para buscarla, y al llegar a San Blas abordan el tren aunque infructuosamente. No obstante, uno de los investigadores le ha informado a Luis que la mujer es prófuga y que el gobernador mismo ha ordenado su detención. Al ser cuestionada, la mujer le inventa una historia ganándose su comprensión.

En estación del ferrocarril de Mazatlán ya la policía la espera, pero él, condescendiente, no duda en ayudarle a evadirse. En un par de segundos, la cámara recorre Olas Altas desde el cerro de la cruz teniendo como vista principal el cerro de la nevería. La pareja va a hospedarse al hotel, hotel, hotel… no tiene nombre ese hotel. Pero como ella no quiere pasar la noche con un desconocido se va a la plazuela, la plazuela, la plazuela…sepa Dios cuál. Ya ahí, ante el riesgo de ser tomada por prostituta, Elsa se ve obligada a acompañar a un rudo marinero y beberse un «submarino con torpedo» en el «Cabaret El Tiburón.» Muy pronto se da cuenta de que Luis era una mejor opción como compañero que aquel rudo hombre de mar, y ni qué decir de sus compañeros.

Pero, ¿es posible que la caprichosa hija de un gobernador y un simple agente de ventas terminen enamorados en cuatro noches? Pues dicen que Cupido es invencible y que para él no hay muralla infranqueable cuando se trata de enlazar dos corazones con sus certeras flechas.

Es obvio que ni aquel hotel o dicho bar, ni la playa o plaza que se ven son Mazatlán, excepto la toma en mención. Y sí, la trama de inmediato nos recuerda a «Sucedió Una Noche,» de Frank Capra. Pero bien vale la pena escuchar ahí a la cantante, al parecer Concepción Martínez, interpretar «Ay mi Mazatlán», o a Luis Aguilar con «Noches de Mazatlán» sin olvidar, por supuesto, admirar la belleza natural de Elsa Aguirre. Por último, no importa que sean escenarios dentro de un estudio cinematográfico, lo verdaderamente importante es el papel preponderante que aún tenía Mazatlán en la vida nacional, en el cine nacional.

(Imagen de Mazatlán tomado de la película «Cuatro Noches Contigo», póster disponible en internet)

¿Desea ver esta producción? Simplemente cheque en este enlace:

sábado, 8 de diciembre de 2018

El Mural de la Iglesia de Fátima




El Mural de la Iglesia de Fátima
©Antonio Lerma Garay

Con agradecimiento a José Rafael González Serrano, «El Güero,» ayudante de la Iglesia de Fátima.

Existe en Mazatlán una iglesia católica que durante décadas fue conocida como «Iglesia de Fátima.» Ubicada en la cima del cerro de la popular colonia Montuosa, desde hace pocos años se ha intentado cambiarle el nombre a «María de las Américas» debido a que alberga en sus nichos figuras de las advocaciones marianas de cada país de nuestro continente.

Durante la llamada Revolución Mexicana, el cerro sirvió de campo para al menos una batalla entre los grupos combatientes. Después se convirtió en cuartel militar. Luego el extenso terreno de la colonia pasó a ser propiedad de Lucrecia Paredes, según se lee en un plano de la ciudad. Sin saber la fecha exacta, posteriormente se edificó ahí una pequeña capilla de paredes de ladrillo y cal con techo de láminas de cartón. Situada casi al centro del predio, a su norte y sur  había espacio para sendos campos de futbol que niños y jóvenes de aquel entonces supimos aprovechar. Recuerdo que un ciclón se llevó gran parte de la techumbre, dejando la construcción anegada y llena de escombro. Por allá de los años setenta del siglo pasado existió el proyecto de construir una iglesia a imagen y semejanza de la Basílica de Guadalupe, en el Tepeyac.

Nadie podría imaginarse por allá de 1970 que aquella capilla de techo de lámina negra se convertiría en el imponente edificio de concreto de hoy día; quién iba a creer entonces que contaría con uno de los mejores miradores de Mazatlán desde el cual es posible ver la ciudad casi completa y sus alrededores; imposible omitir que, amén de las citadas vírgenes,  cuenta con la figura de Cristo más grande de la región.  Pero existe otro elemento que, a pesar de estar sobre la calle,  pasa desapercibido para mucha gente, se trata de un mural de varios metros de largo por unos tres de alto creación de los artistas cubanos Henry Wilson y Rafael Michel Cruz.


Hacia el año 2009, ambos muralistas crearon esta obra a base de cemento, en relieve, dándole un color como de aleación cobriza oxidada. La obra semeja un pergamino antiguo sobre el que se han plasmado once escenas: cuatro del Antiguo Testamento, cuatro del Nuevo Testamento, y las tres restantes que si bien no son bíblicas sí son del mundo del catolicismo.

Se tomó el señor José Rafael González Serrano, «El Güero,» la molestia de darme los nombres de ambos artistas y de  describirme a los personajes y explicarme el significado de cada una de las escenas:

1.- Del Viejo Testamento. Génesis, capítulos 1 y 2. La creación del hombre. Inspirados en la obra de Leonardo da Vinci, Wilson y Michel nos dan su versión de este momento bíblico.

2.- Del Viejo Testamento. Génesis 3:23. La expulsión del paraíso. Justo debajo del cuadro anterior, inspirado en un capítulo del mismo libro, se ve a Adán y  Eva al ser expulsados del edén.

3.- Del Viejo Testamento. Génesis 22:9-12. Abraham a punto de sacrificar a su hijo. En mi concepto, es este uno de los capítulos más profundos de la Biblia entera. En el cuadro se ve al ángel deteniendo a Abraham quien está a punto de sacrificar en honor a Dios a su propio hijo.

4.- Del Viejo Testamento. Moisés y los Diez Mandamientos. Éxodo 20:2-17. Justo debajo del cuadro anterior, se ve a Moisés mostrando a su pueblo el decálogo que Dios le ha impuesto.

5.- Del Nuevo Testamento. La Anunciación. San Lucas 1:26-37. El ángel Gabriel se aparece a la virgen María y le hace saber los designios de Dios de convertirla en madre de Jesús.

6.- Del Nuevo Testamento. El Nacimiento.  San Lucas 2: 5-13. Colocado debajo del precedente, María y José adoran al recién nacido Jesús.

7.- Del Nuevo Testamento. La Crucifixión de Cristo. Ver los cuatro evangelios. En esta sección los artistas plasmaron a Cristo en su cruz.

8.- Del Nuevo Testamento. La Resurrección de Jesús. San Mateo 28: 4-7 Colocado debajo de la escena anterior, se ve a Jesús que ha resucitado.

9.- No bíblico. Se ve a la virgen en la advocación de Guadalupe como madre de todos los niños del mundo, sin importar raza, color, credo, etcétera.

10.- No bíblico. Una imagen de la Basílica de San Pedro, sede del papado y guía de la Iglesia Católica.

11.- No bíblico. Una imagen de la Catedral Basílica de Mazatlán bajo cuya rectoría se encuentra la Iglesia de Fátima.

martes, 27 de noviembre de 2018

1832. Tsunami en Mazatlán


El Tsunami de 1832
Antonio Lerma Garay


En 1964, cuando el maremoto originado por un terremoto en Alaska, supuestamente arrasaría Mazatlán, la gigantesca ola que aterrorizados esperábamos era llamada por mucha gente «Ola Azul» u «Ola Marina»; la palabra «tsunami» aún no irrumpía en el léxico mazatleco. Por todos es sabido que dicha «Ola Marina» nunca llegó, pero siendo la nuestra una ciudad con puerto sí ha padecido los caprichos de Poseidón. Fue en 1832 cuando aquel pequeño pueblo quedó bajo las aguas debido a una ola gigante que entró por Olas Altas y fue a introducirse a la Bahía del Fondeadero.

La muy breve descripción de este evento quedó asentada en una acta del ayuntamiento de Mazatlán, del día primero de agosto de 1885. El marco en que se da es que la Capitanía de Puerto se quejaba de que varias personas, entre ellas el señor Adolfo O’Really, invadía la zona marítima federal. He aquí la transcripción:

«En el catálogo de esas leyes, más o menos reformadas, vinieron a coleccionarse las que cita en su apoyo la Capitanía del Puerto, leyes que si desgraciadamente estuvieran vigentes, Mazatlán sería reducido a una cuantas fincas en razón de estar el centro del puerto casi en contacto con las olas de las aguas que rompen en la Playa del Sur y por el poniente con las aguas que rompen sus olas en el destruido Malecón de las “Olas Altas”, y que ateniéndose a hechos tradicionales, en 1832, por la parte del poniente se levantó una ola que cruzó por el centro XX XXXXXX de la ciudad, hasta unirse con las aguas del Astillero que entonces se extendían por la parte sur hasta la calle de “Venus”. En este caso y conforme a las leyes que cita el señor Capitán del Puerto, Mazatlán sería considerado como Zona Marítima, supuestos que no tenía los 20 metros de pleamar para adjudicar un terreno que no fuera de la federación; pero los tiempos del retroceso pasaron abriendo paso al progreso y con la antorcha de la ilustración, esas leyes dejaron de existir.»

miércoles, 21 de noviembre de 2018

El Dizque Centro Cultural Universitario, Un Elefante Blanco de la UAS



El diccionario de la lengua española, editado por la Real Academia Española, establece que un  elefante blanco es cuando una cosa  es costosa de mantener y no producir utilidad alguna. La Secretaría de la Transparencia de la República de Colombia defiNE al elefante blanco en los siguientes términos «Un “Elefante Blanco” es una obra pública de construcción, mantenimiento o instalación de un bien inmueble, la cual tiene un impacto negativo para la comunidad debido a que ha sido abandonada o está  inconclusa,  sus costos superan los beneficios de su funcionamiento, no es utilizada, o su uso es diferente para aquel que fue creada.»

El 5 de mayo del año 2014 fue inaugurado con bombo y platillo el Centro Cultural Universitario de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Localizado en la calle Rosales, entre Leandro Valle y Melchor Ocampo, anteriormente aquí se encontraban las escuelas preparatorias Mazatlán y Antonio Rosales. Han pasado ya, pues, más de cuatro años desde que fuera entregado a la comunidad cultural y universitaria este elefante blanco, pero…qué ha sucedido: NADA.

Sí, de vez en cuando se permite ahí algún evento,  pero… LOS DATOS NO SE PUEDEN MAQUILLAR, LOS RESULTADOS SON INOCULTABLES, LA REALIDAD ES CONOCIDA POR TODOS: El CCU es una obra desaprovechada, su impacto en la vida cultural del puerto y de la universidad ha sido muy poco, si no es que NULO. Las razones son obvias: quienes lo dirigen no tienen la menor idea de lo que es un Centro Cultural, no saben crear enlaces con otras instituciones; se niegan a abrir sus puertas para las distintas expresiones artísticas y culturales que buscan un espacio para ello, independientemente de filias y fobias; no saben tender puentes. Es obvio que no les interesa  promover ese centro.

Y nada importara si ese elefante blanco fuera mantenido con dinero del maharajá, pero no. Se trata de dinero público, proveniente de los impuestos que todos los días pagamos todos. ¿Acaso no le debe la UAS a la sociedad una ligera explicación sobre su forma de mal manejar este cenotafio? Porque, en contraste y desde el sector privado, el Centro Cultural Valladolid, encabezado por  Maru Enciso, con un presupuesto que para nada se puede comparar al del CCU,  promueve mejor y mil veces más a quienes buscan un espacio para expresarse, para presentar sus obras, sus libros, etcétera.

sábado, 27 de octubre de 2018

Un Rostro de Infinita Tristeza



Mazatlán. 26 de octubre de 2018. Ayer jueves estaba yo barriendo la banqueta de la casa cuando vi que venía bajando la loma una señora de unos cuarenta años. Bajita, delgada, pelo algo rubio y rizado. Ella no se dio cuenta, pero le miré la cara. También vi que en su mano derecha traía una carpeta, un folder escolar. No sé por qué pero de inmediato sospeché algo y, pues… no me equivoqué. Vi en su cara mucha, mucha tristeza, una tristeza infinita; asocié ese rostro lleno de infelicidad con esa carpeta. El tercer elemento era ese aire, esa mirada inequívoca de que buscaba algo.

Al llegar hasta donde yo me encontraba la mujer resbaló y estuvo a punto de caer, pero pudo evitarlo. Repuesta del susto volteó hacia donde yo estaba. No perdió tiempo, al verme me preguntó ¿Esta es la calle Parada? Es la de enseguida le dije y con un ademán le di a entender cuál era la calle que ella buscaba. Vi duda en su cara y le pregunté ¿Qué busca?

Busco, busco… busco. Dijo, pero no pudo decirme qué era lo que buscaba.

- ¿Tesoros perdidos? –le pregunté.

- Sí, me respondió ella y soltó el llanto. Sin embargo, la pobre mujer tuvo el valor para controlarse y detener su llanto. Yo sentí una enorme lástima por ella. ¿Cómo supo? me preguntó enjugándose las lágrimas.

- Por su cara –le respondí con la verdad.

Nuestras miradas se cruzaron, las mantuvimos así por unos segundos. El llanto le ganó de nuevo, pero por segunda ocasión ella tuvo el valor para controlarlo. Supuse que anda en busca de un hijo, mas no tuve el valor para querer saber detalles; son esas historias de las que uno no quiere siquiera saber.

Ve usted esa casa color café, le dije mientras mi dedo índice derecho se la señalaba. Sí, me contestó. Pues “Tesoros Perdidos” está justo detrás de ella, por la otra calle, la Parada, le expliqué. Su rostro se iluminó un poco. Le indiqué cómo llegar ahí, le sugerí cruzar por el callejón, con lo que se ahorraría caminar dos cuadras grandísimas. Gracias, me dijo despidiéndose y me regaló un esbozo de sonrisa. Que Dios le ayude, fueron mis últimas palabras para ella.

La vi avanzar loma abajo con su paso ahora más seguro. Supuse que el llanto le ganó de nuevo porque de algún lugar sacó un pañuelo que llevó a su rostro. Al llegar al callejón la perdí de vista, pero... cómo olvidar ese rostro de infinita tristeza.

+++
Tesoros Perdidos se ubica en Calle Parada # 2052, colonia Montuosa, entre Gutiérrez Nájera y calle 18 de marzo. A doscientos metros de la Iglesia de Fátima.

martes, 18 de septiembre de 2018

LIBRO: Breve Historia de los Ataques de Buques de Guerra Ingleses a Mazatlán en el Siglo XIX


Breve Historia de los Ataques de Buques de Guerra Ingleses a Mazatlán en el Siglo XIX
de Antonio Lerma Garay.

NO HABRÁ PRESENTACIÓN OFICIAL.
SÓLO ESTARÁ A LA VENTA EN FORMA DIRECTA.
TIRAJE LIMITADO.
PRECIO $ 100.00
A LA VENTA A PARTIR DEL PRÓXIMO PRIMERO DE OCTUBRE.

HE AQUÍ UNA SÍNTESIS:

Un Embrollo Internacional. Año 1858. En medio de la «Guerra de Reforma» un buque de guerra inglés, uno estadounidense y una más de bandera mexicana tienen un conato de guerra en las aguas mazatlecas.

Una Fragata Austriaca. Año 1859. En los tiempos del poderoso gobernador Plácido Vega Daza, un cargamento de café y un barco de bandera austriaca, Ivich, son la causa por la que Mazatlán está a punto de ser bombardeado por un buque de guerra inglés.

El HMS Mutine. Año 1862. El buque de guerra inglés bloquea el puerto de Mazatlán debido a unas groserías proferidas en contra de su capitán.

El HMS Tartar. Año 1862. Un incidente acontecido en Tepic es causa para que este buque de guerra inglés amenace al gobierno de Sinaloa.

El Incidente del Chanticleer. Año 1868. Oficiales de la aduana revisan al pagador general de este barco, al capitán del navío europeo no le gusta el trato que le dan a ambos y procede a bloquear el puerto y amenazar con bombardear la ciudad.

Una de Cal… Año 1849. Cerrar una panadería puede ser un simple acto de autoridad. Pero ello fue motivo más que suficiente para que el capitán de un buque de guerra francés amenazara con bombardear y aun enfrentarse a un buque de guerra inglés en las aguas mazatlecas.

El Final. Año 1868. La Casa de los Lores en Londres y el presidente Benito Juárez toman el delicado asunto en sus manos.

APARTE SU EJEMPLAR



lunes, 17 de septiembre de 2018

El PPS Recibe a AMLO



Ya deben sobrar por ahí reseñas de lo ocurrido ayer durante la visita del Presidente electo. Lo único que deseo resaltar es un encuentro del pasado con el presente que, sinceramente, me tomó por sorpresa.

El mero 16 de septiembre Andrés Manuel López Obrador vino al corazón histórico de Mazatlán a agradecer a los mazatlecos y demás sursinaloenses sus votos en las pasadas elecciones presidenciales. La cita era a las 16:30 horas en Olas Altas.  No sé cuántos éramos. ¿Dos mil, tres mil, más? No lo sé,  pero nadie esperaba una torta ni cien o doscientos pesos por acudir al llamado.   

Llegó él ya cerca de las 18:00 horas. Lenta, mejor dicho pausadamente recorrió una cuadra de la calle Mariano Escobedo hasta llegar a Olas Altas. AMLO saludaba personalmente a gente que lo esperaba  en uno y otro lado de la calle. Yo estaba apostado en la orilla de la banqueta, frente a la calle Escobedo. Una cerca metálica nos mantenía al margen. Pasó a menos de un metro de distancia de mí. Un hombre requirió su atención, le expuso un problema, le entregó unos documentos; él le firmó de recibido.

El rostro de AMLO mostraba gusto de ver esa recepción, al sentir ese  recibimiento. Pero no podía ocultar la fatiga.  Se veía cansado, muy cansado. Pasó rumbo al templete pero la gente quería un saludo de mano, un abrazo, una foto con él, más de una mujer le pidió un beso. A ese paso tardaría varios minutos antes de llegar a El Venadito, es decir al templete.

Hora y media bajo el sol inclemente, atenuado ocasionalmente por una que otra nube, era tiempo más que suficiente. Ya lo había visto. Decidí retirarme apenas pasó a mi lado. Caminé hacia la esquina donde se ubica la entrada a los tribunales federales y desde ahí pude ver una escena que me pareció inédita. Mensajeros del pasado se unían al presente.

Tres banderas solferinas flotaban sobre la multitud. ¿Nostalgia o verdadera presencia partidaria? Su nombre se me oculta en alguna neurona dormida, pero de inmediato me vino a la gente aquel viejo, casi anciano compañero trabajador de los Astilleros Unidos de Mazatlán de quien casi todos se reían debido a su filiación pepesista. Recordé de inmediato su bigote cano, pero sobre todo su sonrisa. Aquel gesto con el  que respondía a quienes se burlaban de su filiación en el Partido Popular Socialista; era esa, la suya, una sonrisa de dignidad, de condescendencia. Con dignidad recibía los escarnios de sus compañeros de trabajo, condescendiente aceptaba la ignorancia política de ellos.

Ahí estaban en Olas Altas recibiendo a AMLO, al presidente de la izquierda, tres banderas  del PPS, del partido político cuyo certificado de defunción fue firmado en 1997.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Escupitajos al INEE


Escupitajos al INEE
© Antonio Lerma Garay

El 7 de agosto de 2002 el presidente Vicente Fox Quezada decretó la creación del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa, concediéndole en sus considerandos independencia de las demás autoridades. No obstante, fue mediante la reforma constitucional del 25 de febrero del  2013 cuando se elevaron  a rango constitucional tanto a dicho instituto como a la evaluación educativa.

Fue así como el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación renació el año 2013, pero como un hijo no deseado, salvo por algunos sectores. Para los profesores ha sido considerado una afrenta; para el sindicato representó la pérdida de algunos de sus privilegios; para la oposición izquierdista al gobierno un agravio más. Fue el INEE, pues,  en conjunto con la reforma educativa, como  el embarazo  de una mujer a sus  cuarenta y ocho años de edad: sencillamente no deseado.

En los pasados dos años me  tocó trabajar eventualmente pare el INEE,  en campo y en oficina. Siempre como el último o casi último de los eslabones. Pero gracias a ello pude darme cuenta de algunas de las  bondades y  lados flacos tanto de la evaluación y del instituto.  Burocratizado y centralizado éste, tanto que bien podría decirse sovietizado. La evaluación, MUY NECESARIA, mirada por regla general con desconfianza, innecesaria.

Gracias a esos viajes de evaluación conocí a maestros que dan todo por su camiseta: una joven maestra de preescolar en Píramo Viejo, Quilá, municipio de Culiacán, quien atiende a dos grupos, es además directora del centro escolar y también, por supuesto, la administradora.  Vive en un poblado vecino a Píramo y sin carro propio a diario se ve obligada a pedir “raite”. Dos veces profesora, directora y administradora del preescolar recibe un sueldo de $ 1800.00 quincenales. Sí, un mil ochocientos pesos cada quince días.
En la otra cara de la moneda, conozco a una mujer que de cantinera pasó a ser a maestra de niños en un CAM de aquí de Mazatlán; sin haber pasado siquiera por la preparatoria, ya no digamos Escuela Normal o Universidad Pedagógica. ¡Viva México!

El nuevo gobierno ya ha resuelto la abrogación de la Ley de la materia y, por ende, la inexistencia tanto del Instituto como de la evaluación en un “por mientras”. Malparido, el INEE no ve lejos su desaparición; sin embargo,  tiene un calendario programado de actividades y está obligado a cumplir con él.  
Desde el Congreso de la Unión, Diputados y Senadores  del partido político  MORENA  han solicitado al INEE deje de cumplir con las funciones que le competen. Sin embargo, el INEE cumple con una función, para bien o para mal, perfectamente establecida en la Carta Magna. Además, fundamental: Contra la Constitución no puede argüirse Ley alguna, mucho menos un punto de acuerdo.

¿Dónde quedó el respeto interinstitucional? ¿Y  las formas? ¿y el respeto a la Ley, a la Constitución? Los priístas se caracterizaron por aventar al  escusado cuanta ley podían, incluida la Carta Magna. Visto está que con los de MORENA no va haber mucha diferencia al respecto. Si ya se está aplaudiendo la desaparición del INEE: “no va a quedar ni una coma de la reforma educativa”, dijo el diputado Mario Delgado.

Centralizado, burocratizado hasta el exceso, sovietizado si se desea adjetivar así; pero  el INEE tiene existencia constitucional y constitucional es su función. Y no hay “punto de acuerdo”, así sea de ambas cámaras,  que esté por encima de dicho precepto constitucional (contenido en el artículo tercero).  Por ende, el INEE debe continuar con sus funciones mientras el cuerpo normativo que le dio vida jurídica no sea abrogado.

Pero si hasta un miembro de su “Junta de Gobierno”, Gilberto Guevara Niebla,  ya salió volando hacia los nuevos horizontes, si el comunicado de respuesta a la Cámara emitido por el propio INEE se ve timorato. Pero ¿por qué no guardar las formas, respetar tiempos, ley, constitución? ¿Por qué no permitir que el que agoniza muera con dignidad?


jueves, 30 de agosto de 2018

La Batalla del Hotel Belmar




La Segunda Guerra Mundial dio inicio el primero de septiembre de 1939 cuando el ejército Nazi invadió Polonia y Alemania le declaró la guerra a Francia y a Gran Bretaña.
En mayo de 1942 submarinos alemanes atacaron los buques mexicanos Potrero del Llano y Faja de Oro, los días 13 y 20 respectivamente. Estos ataques llevaron al presidente Manuel Ávila Camacho a solicitar al Congreso le declarara la guerra a las Potencias del Eje, Alemania, Japón e Italia.  Aprobada la declaración de guerra, México envió su famoso Escuadrón 201 al frente de batalla en las Filipinas.

Desde meses antes de la declaración de guerra, el gobierno estadounidense había recomendado a su similar mexicano reforzara sus puertos en el Pacífico ante una posible invasión japonesa, en especial se mencionó a Mazatlán y a Manzanillo. Las fuentes estadounidenses estimaron que el ejército mexicano movilizó a los principales puertos de la costa oeste unos 20 000 efectivos por si las predicciones del vecino del norte resultaran ciertas.

Sin embargo, trece meses antes de dicha declaración de guerra se suscitó en Mazatlán un pequeño capítulo  que nos da una idea de lo que nuestra ciudad era en esa época. El Hotel Belmar fue el escenario perfecto para lo que sucedió ese viernes 11 de abril de 1941.

Esa noche, en el restaurante del hotel, estadounidenses miembros  del Club Rotario celebraban una de sus reuniones. Una banda tocaba música apropiada para la ocasión, había vinos, platillos, cerveza. Así como un buen número de hombres altos, rubios y de ojos azules. En unas mesas había rotarios que hablaban inglés, en otras los rotarios locales hablaban español, pero en otras mesas había quienes hablaban alemán.
Estados Unidos aún no había entrado a dicha guerra, aunque…

Todo iba bien en la fiesta  hasta que a la banda que animaba la reunión se le ocurrió tocar el himno nacional de los Estados Unidos. Apenas comenzó aquella pieza cuando de una de las mesas se levantó un hombre y vociferando en el idioma de Nietzsche arrojó una botella en contra de los músicos, protestando así porque tocaban dicho himno.  De inmediato se vio volar otra botella y también se oyeron voces altisonantes en aquel idioma.
En respuesta,  de otra mesa se levantaron varios estadounidenses, algunos de ellos veteranos de la Primera Guerra Mundial,  defendiendo  tanto su emblema como a aquellos músicos.

“Motherfuckers”, “Scheißkerle” y “Chingados” se oían en el salón mientras que platos, botellas y vasos volaban de las manos de los combatientes en contra de sus oponentes. Desde luego, se pasó a los puñetazos, hombre contra hombre, como en las películas. Las mujeres, los músicos y varios más buscaban la salida de ese campo de batalla.

De cinco a diez minutos duró aquella batalla en el Hotel Belmar hasta que hizo su aparición la Policía de Mazatlán que con sus reconocidos métodos científicos apaciguó aquella veintena de batallarosos.

La verdad es que la nota periodística no habla del número de combatientes por bando, mucho menos del método científico que utilizó la policía mazatleca para calmarlos. Lo que sí dice es que no hubo muertos, sólo heridos y que no hubo un solo detenido.



© Antonio Lerma Garay

sábado, 10 de febrero de 2018

"Mezcal" Sinaloense



Podrá usted creer que los magueyales de estas fotografías se ubican en el estado de Jalisco. Pero no es así. Estos extensos campos sembrados de magueyes mezcaleros se encuentran entre  los municipios de Mazatlán y Rosario, en el sur de Sinaloa. Y gracias a esta planta se produce "mezcal". No, no. Perdón. Legalmente no es mezcal.
El empantanaje jurídico estriba en el hecho de que el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial establece que la bebida alcohólica denominada "Mezcal" por Denominación de Origen se produce sólo en ocho estados: Zacatecas, Durango, Guerrero, Michoacán, San Luis Potosí, Guanajuato, Tamaulipas y Oaxaca.




Por ende, este acotamiento a esa denominación de origen excluye a Sinaloa, y la bebida alcohólica producida en nuestro estado no puede ser llamada mezcal.

No obstante, durante el siglo XIX Sinaloa fue un importante productor de mezcal y aguardiente, principal pero no exclusivamente en la zona sur  y en la región de El Fuerte.

Ignoro las circunstancias históricas que llevaron a Sinaloa a desaparecer prácticamente su producción de mezcal. En una ocasión alguien me dijo que se debió a una política de estado tendiente a favorecer al Tequila, también me dijo que se debió a los problemas de alcoholismo en una sociedad prácticamente analfabeta e ignorante que era  la sinaloense en el siglo XIX y parte del siguiente. ¿Serán estas dos razones las que llevaron a la extinción del mezcal sinaloense? La verdad no lo sé.

Sin embargo, por fortuna, la realidad actual rebasa el desdén gubernamental y los  campos sinaloenses vestidos de magueyales reclaman aquel pasado de buen mezcal producido en el estado de los once ríos.

PS. Por cierto, hace ya varios años mencioné que ante el problema que representa la denominación de origen del "mezcal", la bebida sinaloense producida a partir de estos magueyes perfectamente podría tomar y acuñar la palabra "Mazatlán" como su nombre oficial; durante el siglo XIX y gran parte del siguiente, la palabra “Mazatlán” era conocida en los principales puertos del orbe; aún hoy día esta palabra evoca su vocación y tradición turística. ¿Por qué no? Tal como lo hicieron tiempo atrás Cognac y Champagne, en Francia; Jerez, de España; el Oporto de Portugal; o Tequila, en Jalisco; o el queso manchego, el gouda, o el gorgonzola, o…

martes, 23 de enero de 2018

Alexander Kaufman Coney en la Vida de Porfirio Díaz

Alexander Kaufman Coney en la Vida de Porfirio Díaz


En junio de 1876 Alexander Kaufman Coney trabajaba como contador del vapor «City of Havana», el cual navegaba entre Nueva York, Nueva Orleans y puertos mexicanos del Golfo. Una noche abordaron la nave dos hombres cuya apariencia no dejaba lugar a dudas, eran mexicanos. Uno de ellos de inmediato fue a encerrarse en su camarote mientras que el otro, grande y fornido, primero tomó sus alimentos en el salón para después pasar a su cuarto.

Al llegar al puerto tamaulipeco una fuerte tormenta azotaba la región. El vapor había sido contratado para llevar un regimiento del ejército mexicano de ahí al puerto de Veracruz. Debido al mal tiempo la lancha que transportaba a los soldados mexicanos sólo pudo acarrear hasta el buque un pequeño grupo de ellos. Una vez que todos ellos abordaron, completamente desnudo, aquel corpulento mexicano salió aterrorizado de su camarote y se lanzó al mar. Sorprendidos, todos cuantos se encontraban en cubierta presenciaron aquel acto de locura, de desesperación, y alguien gritó  «hombre al agua.»

Aquel desconocido comenzó a nadar hacia unos bergantines que se encontraba muy lejos de ahí, a unos ocho kilómetros de distancia. Del vapor un bote salvavidas fue bajado de inmediato y dos hombres fueron al rescate de aquel hombre, pero debido a la tormenta y a que éste nadaba excepcionalmente rápido no les fue fácil darle alcance. Al peligro que para aquel nadador representaba la tormenta había que agregarle otro inconveniente: se trataba de una zona plagada de tiburones.

Por fin los rescatistas le dieron alcance y lo obligaron a subir al bote. Minutos después, cuando la lancha regresó al vapor y fue subida con aquel hombre desnudo, una joven mujer mexicana lo reconoció y de inmediato consiguió una sábana. Coney vio a aquella mujer arrojársela para caer justo sobre la cabeza  de quien había intentado huir quién sabe de qué. Luego ella lo ayudó a llegar a su camarote. Minutos después Manuel Gutiérrez Zamora, de los correos mexicanos a bordo,  fue a ver al contador del banco y le explicó la situación: aquel que había intentado huir no era otro que el general Porfirio Díaz Mori, quien siendo prófugo del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada y al ver a soldados mexicanos abordar el vapor  prefirió arriesgar su vida en las turbulentas aguas antes que ser atrapado. Zamora pidió a Kaufman ayudara a Díaz, ya que si los soldados lo atrapaban terminaría fusilado. Tras haberlo visto nadar de aquella manera tan desesperada, el general mexicano se había ganado la simpatía del estadounidense y éste prometió hacer todo lo que estuviera a su alcance.
Gutiérrez Zamora llevó a Coney al camarote de Porfirio Díaz,  los presentó y luego los dejó solos.  El mexicano se levantó de su litera con signos de angustia pero se identificó como un masón.  Luego le dijo que si bien había sido derrotado en Icamole, la mejor gente de México aún estaba de su lado.
«Por supuesto que si usted me ayuda y soy capturado, usted será considerado parte de un crimen y será fusilado», le dijo Díaz.
En eso se acercó un buque de guerra estadounidense, y Coney le propuso al otro llevarlo hasta él. Nada ignorante, Díaz le dijo al otro que los oficiales de  aquel navío se rehusarían a ayudarle.  El contador insistió, y cuando un teniente del otro barco llegó al «Havana» por el correo, no perdió tiempo y le expuso el caso. De inmediato, dejando a un subalterno en el buque civil, este militar regresó a su barco para exponerle el caso a su capitán. Díaz había tenido la razón, la respuesta del capitán del otro barco fue negativa.

Fue entonces cuando el coronel del regimiento de soldados mexicanos llegó hasta donde se encontraba Coney para pedirle un favor. Le solicitó llevarlo a platicar con el capitán del «City of Havana» y servirle de intérprete; lo cual le concedió sin cortapisa alguna. Durante la entrevista, el militar mexicano fue directo al grano: quien había intentado escapar por la borda no era otro sino el general rebelde Porfirio Díaz Mori, y le demandó al capitán del navío entregarlo a la justicia mexicana. La respuesta del capitán también fue directa y contundente, no podía entregarle a Díaz ya que “El «City of Havana» navegaba con bandera estadounidense por lo cual  era considerado suelo de dicho país. Y, por ende, al igual que los demás pasajeros el  general rebelde gozaba de los derechos de estar en suelo estadounidense.” Lo que sí podía hacer es obligarlo a bajar  en Tuxpan, Veracruz, lugar para el cual había comprado su boleto. Ante esta evasiva el coronel le pidió permiso para colocar un guardia en la puerta del camarote de Díaz; aquél de inmediato accedió.

Aquel coronel mexicano no hablaba inglés y el capitán estadounidense no hablaba español, así que el pagador le dijo que no podía colocar un guardia en la puerta del camarote del fugitivo, pero que sí podía hacerlo en la popa. Terminada la entrevista, Coney fue al camarote de Díaz y lo puso al tanto de la situación. Qué piensa usted hacer, le preguntó éste.
-¿Cree usted tener la fuerza y el ánimo suficiente para permanecer encerrado en el closet de mi camarote? –le preguntó Coney.

Dicho espacio era tan reducido que ningún ser humano podía permanecer en él de pie ni sentado… pero era la única posibilidad de escapar de esa situación.

El «City of Havana» permaneció en Tampico los siguientes tres días, y al término de ese período ya habían abordado 900 soldados mexicanos. Durante esos días  Díaz pasó con altas fiebres. Pero antes de zarpar,  Coney se las ingenió para llevar a su protegido hasta su camarote sin que el guardia mexicano se diera cuenta. Ya ahí, al general mexicano no le quedó otra sino encerrarse en aquel pequeño guardarropa.

Coney había proporcionado al fugitivo Díaz algo de su propia ropa. Y así, ideó un plan.   Pidió al doctor del barco ayudarle lanzando un salvavidas  por la borda mientras él dejaría la ropa de Díaz en su camarote. Por la mañana alguien gritaría que el fugitivo mexicano había escapado saltando por la borda. Y así fue: a las seis de la mañana del día siguiente alguien gritó “hombre al agua” lo que causó un gran alboroto en el barco. Según esta historia, Porfirio Díaz había saltado al agua protegiéndose con un salvavidas.

De inmediato Coney fue llamado a rendir cuentas a su capitán. Pero también los soldados mexicanos entraron en acción. El estadounidense les explicaba que no era posible que alguien saltara así nomás al mar y que seguro Díaz Mori se encontraba en el barco. Aún más, los animó a registrar el buque de arriba abajo, de proa a popa. Él personalmente sería su guía. La tropa mexicana así lo hizo: sin éxito registró cada pulgada del navío intentando hallar al fugitivo; esculcó por todas partes excepto en los camarotes de los oficiales, incluido el de Coney.

Coney habló con Díaz y le hizo saber que nadie sabía de su presencia en el barco, excepto él, el doctor del navío  y… quizá aquella dama que le había ayudado cubriéndolo cuando fue rescatado del mar bravío. El mexicano le pidió investigar las pretensiones de la mujer, y él así lo hizo. El pagador fue al camarote de la dama y le preguntó cuáles eran sus intenciones.  La respuesta de la mujer fue vehemente:
- ¿Supone usted por un momento  que yo traicionaría al héroe de mi patria? No, yo lo defendería hasta el dar la última gota de mi sangre.

Al ver su apasionada contestación, Coney le pidió permanecer en su cuarto el resto de la travesía para evitar sospechas. La mujer así lo hizo.
En los tres días siguientes Díaz apenas probó alimento ya que el pagador del barco no se arriesgaba a llevarle más comida que la que le cabía en la bolsa de su pantalón. Disciplinado, Díaz abandonaba el closet llegadas las once de la noche y se recostaba para descansar.
Sin embargo, el coronel mexicano no había sido engañado por Coney, y sus soldados estaban atentos vigilando su camarote; incluso incrustando sus bayonetas en el closet intentando. La noche antes de llegar a Veracruz, el militar mexicano  pidió a Coney una entrevista. En el principio el coronel le agradeció al pagador por su ayuda, pero después el tono cambió.

-  No entiendo por qué, usted, un joven brillante, ha escogido ayudar al traidor general Porfirio Díaz. Dígame dónde está él, o terminará fusilado.

Pero Coney ni se inmutó. Entonces el militar mexicano apeló al interés de la humanidad, en evitar una guerra civil, en prevenir muertes inútiles. Pero el pagador no cambió de parecer.
- La tripulación del buque es de sólo 52 hombres –le dijo Coney­– usted tiene 900 efectivos. Y si usted sospechaba que Porfirio Díaz se encontraba a bordo debió haberse posesionado del barco. Ya después su gobierno arreglaría ese problema que usted causara. Seguro es que usted habría sido ascendido a general.

La entrevista terminó ahí. No obstante, al día siguiente el mismo militar fue a hablar con Coney:

- He sido autorizado a ofrecer a usted 50 000 dólares si me dice dónde se esconde Porfirio Díaz.

Coney lo miró, y el mexicano continuó:

- Por esa suma un estadounidense vendería hasta a su padre.

Pero Coney no vendió a Díaz. Y tras rechazar traicionar a su protegido regresó a su camarote. Ahí le platicó al general fugitivo lo que había sucedido. Después de escucharlo el otro le pidió lápiz y papel, luego comenzó a escribir. El estadounidense le preguntó que qué hacía. “Yo puedo hacer más por usted que el coronel” Díaz le dijo. Sin embargo, Coney rompió aquel papel sin haberlo leído, y reclamó a Díaz por esa acción que él consideró un insulto. Al ver esta reacción, los ojos del futuro presidente de México se enrojecieron de emoción, luego corrió a abrazar a su protector. 

Ya sin soldados mexicanos, el pagador llevó al general al cuarto de máquinas donde quedó escondido hasta que pudieran continuar con el plan trazado por Coney. Engañado, un lanchero llevaría a Díaz hasta la playa.  Y esa noche, cuando el lanchero del barco preguntó al pagador dónde estaba la caja que debía  bajar a tierra quedó perplejo;  de inmediato supo que se trataba de aquel fugitivo que era buscado por soldados y policía mexicanos. Esa noche Porfirio Díaz, Kaufman Coney y aquel lanchero estaba aterrorizados. Luego, ante la negativa de éste  de auxiliar al fugitivo, a  Díaz no le restó sino nadar hasta tierra A pesar de ello, el general mexicano fue capaz de llegar a tierra y huir rumbo a Oaxaca.


Ya presidente, Porfirio Díaz no olvidó aquel gesto de ayuda de aquel masón que arriesgó su vida para ayudarle. Y en 1885 lo nombró Cónsul de México en San Francisco, California. No sería sino hasta el 19 d abril de 1903 cuando Coney sería relevado de dicho  puesto. Nacido en Luisiana el primero de abril de 1849, moriría el 4 de enero de 1930.

domingo, 7 de enero de 2018

Tres Capítulos Mexicanos en la vida de Frederick Jebsen

Tres  Capítulos Mexicanos en la vida de Frederick Jebsen


UNO. Detenido en Guaymas.
Hijo de Clara y Michael Jebsen, nacido en 1891 en Hamburgo, Alemania, Frederick Jebsen era un joven empresario naviero quien era el director de su propia compañía, la Jebsen Steamship Company, de San Francisco, California, la cual operaba los vapores Erna y Ella. Su familia era propietaria de grandes compañías navieras en aquel país europeo. Pero sobre todo él era un miembro de la élite social, su presencia causaba furor en la aristocracia de dicha ciudad. De pelo rizado y rubio, ojos azules, siempre bien vestido, el fornido fúcar medía 1.98 metros de  altura; además de alemán hablaba ruso, italiano, francés, español e inglés.  Compartía un lujoso departamento con el Barón Von Berkheim, miembro del cuerpo consular del país europeo.
Era 1913 y México ya convulsionaba debido a la guerra civil, y por ello muchos navegantes evitaban viajar a estos lares. Pero no Jebsen, al contrario, intrépido y atrevido él veía en estas circunstancias las posibilidades de crear ganancias para su compañía y para él. Fue por ello que  en más de una ocasión viajó a puertos mexicanos y a la misma capital de este país. La compañía Jebsen había adquirido un buque más, el Jason, de bandera noruega. Y en aquella época en los puertos mexicanos no había aún aparatos telegráficos, por lo que los buques de guerra estadounidenses permitían enviar mensajes telegráficos privados. Innovador, el 14 de junio de 1913 Jebsen equipó su nuevo barco  con sistema de comunicaciones telegráficas convirtiéndolo así en un moderno centro de comunicaciones.
El domingo 28 de septiembre de 1913, el joven se encontraba en Guaymas, Sonora, y sin explicación ni causa alguna las tropas federales lo arrestaron y pusieron en el calabozo de un cañonero. Del buque de guerra mexicano, el alemán fue llevado a la prisión de aquella ciudad y luego sería trasladado a Mazatlán, donde sería juzgado por el delito de, de… Bueno, la verdad es que aquel hombre no había cometido delito alguno. Y seguro es que Victoriano Huerta, sentado en Palacio Nacional, ni siquiera sabía sobre la existencia de esta persona, pero dicha detención habría de traerle un pequeño dolor de cabeza.
El buque de guerra estadounidense USS Maryland se encontraba en las cercanías de Guaymas y cuando su capitán se enteró de la detención del “socialité”  de inmediato transmitió una nota que decía: “Jebsen, prisionero político desde el pasado domingo”. Muy pronto la noticia llegó a San Francisco, cuya  Cámara de Comercio de inmediato solicitó la intervención de la clase política a favor del teutón, con lo que el caso llegó hasta el Departamento de Estado, en Washington. Aún más, Franz Bopp, cónsul de Alemania en el puerto californiano y amigo íntimo de Jebsen dio aviso a su embajada en la capital estadounidense. Con todo esto el incidente fue mucho más allá, geográfica y políticamente; la noticia no tardó en llegar a Alemania y cuando la familia Jebsen se enteró, sin perder un segundo acudió ante el Kaiser Guillermo II solicitándole su intervención.

La embajada de Alemania en la Ciudad de México muy pronto elevó una protesta ante las autoridades mexicanas, el mismo káiser pedía una explicación a Victoriano Huerta, además la intervención del Departamento de Estado en Washington era inminente. Por ello,  la mañana del lunes  6 de octubre Frederick Jebsen fue liberado, y pasó de la cárcel a la habitación más lujosa de un hotel de Guaymas.  Después el exprisionero fue invitado a subir al cañonero Guerrero a bordo del cual fue llevado a Mazatlán, pero en calidad de pasajero en uno de los camarotes. Una vez de vuelta en San Francisco, Jebsen fue entrevistado y explicó que su detención se había debido a maquinaciones de sus competidores en el lucrativo negocio del transporte marítimo.

DOS. El Carbón del Vapor Mazatlán.
El 21 de agosto de 1914 la lancha torpedera Preble de la Marina de los Estados Unidos se posicionó en las cercanías de la Isla de Alcatraz, en San Francisco, California, con la única misión de impedir la salida del vapor Mazatlán, propiedad de la Jebsen Steamship Company, pero que navegaba con la bandera tricolor. Menos de un mes antes, el 24 de julio, había estallado la Gran Guerra, y Estados Unidos  y México se mantenían neutrales. Pero en un triángulo formado por Samoa, Seattle y Mazatlán, catorce buques de guerra japoneses peinaban esa gigantesca superficie en busca de cinco poderosos cruceros alemanes que amenazaban a los buques mercantes de Francia, Reino Unido y Japón. Para el 4 de agosto, y desde días antes,  en las aguas mazatlecas se encontraba anclado el buque de guerra alemán Leipzig, sin rebelarse cuál era su misión.
Al parecer el Jason, aquel buque noruego, cambió de nombre y de bandera, pasando a ser el Mazatlan. Y encontrándose en San Francisco fue cargado con 500 toneladas de carbón.  Luego, el jueves 20 de agosto, aplicó para que se le permitiera  zarpar del puerto, permiso que le fue negado por las autoridades arguyendo que aquel carbón estaba destinado para algún buque de guerra alemán. Pero el caso no terminó ahí, sino que fue enviado a Washington, donde el día 24 el Departamento de Estado  ordenó se le permitiera la salida, pero con ciertas condiciones: Si el Mazatlán entregaba aquel mineral a algún buque alemán sería considerado quebrantamiento al estado de neutralidad que guardaba Estados Unidos; por ende, se debería otorgar una fianza de 20 000 dólares para garantizar la cual fue otorgada por el representante alemán en aquel puerto. Muy pronto el Mazatlán zarpó rumbo a Guaymas. Y, tal como se esperaba, aquellas 500 toneladas de carbón terminaron en la cubierta del Leipzig.

Existen dos versiones de este asunto. Frederick Unger, cónsul de Alemania en Mazatlán establece que el carbón había sido comprado por la firma Iberri e Hijo de Guaymas, y que fue descargado en los muelles guaimenses. Dos días después de eso llegó el Leipzig y establece Unger “compró este carbón porque tenía todo el derecho de hacerlo”. Otra versión establece que de San Francisco, el buque de bandera tricolor se dirigió a Bahía Concepción, donde Jebsen mismo esperó al Leipzig y ahí transfirieron el mineral. Claro que, siendo él todo un galán, por supuesto que Frederick no realizó el viaje solo. Lo acompañaba el teniente Zur Hollee, pero en San Pedro, California, subieron a dos jóvenes mujeres, Grace Cunningham y Mabel S, quienes les alegraron el viaje. Según la primera de ellas el Mazatlán esperó al Leipzig en algún lugar de la costa bajacaliforniana donde transfirieron el carbón además de provisiones,  luego viajaron hasta el puerto de Mazatlán donde la otra mujer y el teniente se separaron tras una discusión con el empresario naviero.
Los vapores Erna y Ella habían desaparecido de Estados Unidos desde tiempo atrás. Y si bien el Mazatlán y Jebsen regresaron a San Francisco, este hombre sabía que pronto se abriría una investigación y por ello, subrepticiamente, en los últimos días de agosto de ese año salió de San Francisco. Pero antes de que esto sucediera, el 14 de octubre, el Mazatlán efectuó la misma operación y zarpó de San Francisco, entró a San Pedro donde cargó más mercancía y salió rumbo a puertos mexicanos transportando carbón y provisiones destinadas a barcos de bandera alemana.

TRES. Al servicio de los revolucionarios mexicanos.
En Estados Unidos se corrió el rumor de que el teutón había alcanzado la costa este del país y había abordado un barco alemán. Sin embargo, este hombre había decidido aposentarse en alguna playa mexicana. Aquí durante algún tiempo voluntaria u obligadamente sirvió a los constitucionalistas quienes a bordo del Mazatlán transportaron a Manzanillo un regimiento de trescientos soldados con tres generales. De ahí el buque navegó de regreso a Mazatlán, trayendo otro regimiento de soldados rebeldes con 650 soldados federales prisioneros, además de mil rifles, un millón de municiones y otros pertrechos. Abordo viajaba un militar que había dirigido gran parte del sitio a Mazatlán, el general Juan Carrasco. Éste, platicando con un joven tripulante nativo de Nueva Zelanda, le dijo “he estado en unas veintisiete batallas” El neozelandés miró el elevado número de cicatrices de bala que Carrasco tenía por todo el cuerpo, y señaló: “a juzgar por su  apariencia, puedo creerle”   

El 19 de agosto de 1915 el buque de guerra británico Baralog atacó y hundió el submarino alemán U36. Al publicarse la lista oficial de los muertos, ahí apareció el nombre de Frederick Jebsen. Pero el 16 de marzo de 1916 esta noticia fue desmentida por el consulado alemán en San Francisco,  el cual dio aviso oficial de que el exteniente se encontraba en misión secreta al servicio del káiser.

Finalmente el 8 de febrero de 1916, ante una corte federal de San Francisco,  se inició el juicio por haber infringido las leyes de neutralidad. El cónsul alemán figuraba como indiciado, lo mismo que el representante de Turquía,  Frederick Jebsen y veintinueve personas más. Se supo que Jebsen se encontraba en algún lugar de China.

La verdad es que Frederick Jebsen no era un hombre ordinario. Él había sido teniente en la marina alemana y actuaba como un miembro del servicio secreto. En la misma época del caso del carbón para el  Leipzig, se las había ingeniado para enviar armas a la India a bordo del barco Maverick, operación que fracasó pero no por causas imputables a él. Por ello, no fue raro que el propio káiser Guillermo II pidiera a Victoriano Huerta explicaciones sobre el arresto de su súbdito; por ello cuando Estados Unidos entró a la Gran Guerra consideraba a Jebsen como uno de sus grandes enemigos.

(En la foto Frederick Jebsen en los días en que fue encarcelado en Guaymas)