miércoles, 27 de julio de 2016

El Fusilamiento de Coleman J. Smith


El día 31 de enero de 1863 al menos dos estadounidenses se encontraban hospedados en el Hotel Cosmopolitan de Mazatlán; uno de ellos era un joven de nombre James Isaac Williams, el otro era Coleman J. Smith,  un capitán y propietario de una goleta, quien había vivido en Alameda County, cuya principal ciudad es Oakland, California. Ya oscurecía cuando el primero de ellos se retiró a su habitación, se desvistió y  se acostó. Sin embargo, alrededor de las nueve de la noche otro hombre pasó por el cuarto en que se hospedaba Williams y notó que sangraba del cuello. De inmediato él dio la voz de alarma. Al escucharlo varios hombres más corrieron hacia el cuarto del joven suicida y lo hallaron aún con vida. Sin embargo, el joven no podía hablar debido a que ya agonizaba. Al verlo así un hombre corrió en busca de un doctor, pero cuando éste llegó al hotel Isaac ya había perdido la vida.

En el cuarto se encontró una nota escrita a lápiz en un miserable trozo de papel, la cual decía: “Mi vida es una carga, y no culpo a nadie más que a mí. A nadie se culpe por este acto.  He sufrido todo el tiempo que pude soportar y vivir. Sepúltenme donde sea mejor.  J. Isaac Williams.

Todo indicaba que se trataba de un suicidio, aunque no aparecía el cuchillo que Williams debía haber utilizado para quitarse la vida. Fue por ello que los hombres iniciaron una búsqueda de dicha arma blanca y sólo encontraron un cuchillo de cocina común, pero que no había sido usado en el “suicidio” ya que no tenía rastros de sangre. Unos voluntarios entraron al baño y encontraron escondido en la taza un cuchillo de carnicero ensangrentado y que se veía recién afilado. Isaac no podía haberse suicidado en su cama y haber dejado el arma en el baño. Ahora había indicios de que no se trataba de un suicidio como quería hacer creer aquella nota, sino que alguien había matado al joven.

Por alguna rara razón alguien comenzó a sospechar del capitán Coleman  y se trasladaron al cuarto de éste. Ahí  encontraron una camisa blanca con rastros de sangre. En el patio también se encontró una chaqueta ensangrentada que, admitió  el sospechoso, era de su propiedad.

Ahí mismo la policía de Mazatlán arrestó al capitán bajo sospechas de que había sido él quien había asesinado al joven Williams. Las pertenencias del difunto fueron entregadas al cónsul de los Estados Unidos en el puerto.

El capitán de la  goleta tenía en realidad una mala reputación. En una ocasión en su barco  viajaba por el Golfo de California cuando uno de sus marineros le exigió le pagara los días trabajados. Smith no se amilanó y conminó al trabajador a dejar de molestarlo. Luego, al pasar cerca de una isla acercó el barco a ésta y bajó a tierra junto con quien osaba exigir su  dinero. El capitán del barco regresó solo a éste. Tiempo después el cuerpo del infortunado fue encontrado en la misma isla; había sido asesinado con un arma de fuego. También se supo que Coleman había sido involucrado en tres homicidios más, los cuales habían tenido como fin despojar de su dinero a los asesinados.  Con la ropa ensangrentada propiedad del capitán y con estos antecedentes la policía tenía  sobradas razones para el arresto.

En la época en que sucedió el homicidio del joven Williams los juicios eran sumarios verbales, muy  rápidos. El asesinato en cuestión sucedió el día 31 de enero y un par de semanas  después el hombre fue sentenciado a morir fusilado. El juez fijó las doce horas del día 22 de febrero; el fusilamiento tendría lugar precisamente en el traspatio del hotel donde se había cometido el asesinato. Pero  el caso no paró ahí ya que Coleman apeló la sentencia.  A pesar de esto, el Tribunal  Superior confirmó la sentencia.

Coleman J. Smith pudo aplazar su muerte, pero no por mucho tiempo. La sentencia definitiva lo condenó a morir fusilado el día 15 de marzo. Y llegado el momento, el hombre fue llevado al paredón donde uno de los soldados intentó vendarle los ojos, pero el hombre lo rechazó. Además pidió ser él quien diera la orden al pelotón. Ambos deseos le fueron concedidos.  Sin vendas en los ojos, sin mostrar miedo ni arrepentimiento, él hombre dio la orden al pelotón para que le dispararan. Fue así como, atestiguado por un elevado número de mazatlecos curiosos, Coleman fue ejecutado por haber asesinado al joven James Isaac Williams.


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