jueves, 26 de mayo de 2016

Tres canciones de Víctor Manuel



El repertorio de la obra de Víctor Manuel es muy variado, lo mismo le ha escrito al amor que al desamor, a su tierra, Asturias, o a España, su país; a la amistad; a una hija que intenta llevar su propia vida o a un hijo víctima de la drogadicción; a una pareja de jóvenes vistos como imperfectos por nuestra sociedad o a una muñeca que parece carecer de defecto alguno; a la madre tierra o unos muchachos campesinos que viajan de tierra adentro para conocer el mar.
Pero existen tres canciones que hablan de personas que, a pesar de la gran apertura que existe, aún en estos días son vistos al menos con cierta discriminación. Éstas son “Quién puso más” del año 1980, le sigue “Como los monos de Gibraltar” de 1988 y poco más tarde “Laura ya no vive aquí” de 1996. La primera y la última transmiten la tristeza que se siente por la separación de dos personas que se aman, la segunda es más movida y refleja la perplejidad que causa a su familia aquel miembro de ésta que es tan diferente. Aquellas dos son verdaderos poemas, cargados de tristeza, acompañados de excelente musicalización; no obstante el tema que trata, la otra es de letra hasta cierto punto jocosa, acompañada de una musicalización más movida.

Si usted escucha “Quién puso más”, que ha sido interpretada también por Chayane, podrá irse con la finta y pensar que se trata de una pareja convencional, hombre y mujer, que se separan debido a la infidelidad de uno de ellos. Pero no es esto lo que describe Víctor Manuel en esta canción. Se trata de dos hombres, homosexuales, que tras vivir treinta años como pareja se separan cuando uno de ellos conoce a otra persona y abandona a aquel con quien había compartido la vida durante tres décadas. “Dos hombres solos contra el dedo acusador, son treinta otoños contra el dedo acusador. Quién puso más, los dos se echan en cara…”

Como los monos de Gibraltar, sin ocultar el tema del que habla, comienza de golpe “Si es alta, rubia y se llama Gaspar…” Pero, cómo se puede ser alta, rubia y tener nombre masculino. Pues porque se trata de un transexual, hijo y nieto de militares, que ha venido a traer la vergüenza a su familia. “…La madre dice que así es su pelo y cuando le vio el depilado integral, nunca se pudo recuperar, con las amigas no sabe que hablar. El padre es todo desasosiego, no saben bien lo que pudo fallar…” Pero ellos esperaban algo así porque desde pequeño había sido muy personal y, ahora, está en edad de empezar a tontear. Y aparte de avergonzar a su familia los problemas que acarrea en las oficinas gubernamentales porque “de pronto un día se quiere casar, que si el registro que su identidad, es una loza y la quiere cambiar” Ante la deshonra que ha traído a su familia, a sus padres no les queda sino comportarse “como los monos de Gibraltar, tapan los ojos para no mirar. Cruzan los dedos, le piden al cielo que un rayo divino le vuelva normal. Como los monos de Gibraltar, tapan los ojos para no mirar. Cuando le ven como baja la calle agarrado del talle, hecho un brazo de mar.”

Dos jovencitas que se habían enamorado y vivieron una aventura lésbica se vieron obligadas a renunciar a esa relación. “Laura ya no vive aquí” trata sobre los restos de aquella relación entre estas mujeres. Tiempo después de separadas, una de ellas regresa a buscar a la otra, pero no la encuentra. Nerviosa y callada, su mente divaga en el pasado mientras alguien le dice ”Laura ya no vive aquí, dejó una carta para ti…” A ésta la obligaron a “rectificar” su vida, y a la otra, si se lo permiten no le queda sino mirarla desde lejos “Si el nuevo dueño de su risa no te borra de su vida y de las páginas que ya fueron escritas quizá se cierren las heridas de esa historia mal vivida y podáis sencillamente ser amigas”

Nadie más que Víctor Manuel podría cantarle tan exquisitamente a la jotidad, a la lesbiandad, a la transexualidad (así, con el sufijo “dad”, como en libertad, igualdad, fraternidad)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario