viernes, 27 de mayo de 2016

Una Nota Sobre el Nacimiento de Los Mochis

(Investigación, traducción e introducción de Antonio Lerma Garay)



Introducción

El 25 de diciembre de 1901, a petición del señor B. F. Johnstone, el cónsul de los Estados Unidos en Mazatlán,  Louis Kaiser, partió de este puerto rumbo a  Topolobampo a investigar y atender personalmente los problemas que surgían entre el señor Johnstone y los pobladores de la famosa colonia de Albert K. Owen. Mediante telégrafo del día 2 de julio de 1901, desde la ciudad de México, la presidencia de la República instruía al gobernador Francisco Cañedo para que protegiera los intereses de B. F. Johnstone. El diplomático estadounidense en Mazatlán reportó a la Secretaría de Estado el resultado de sus labores. La siguiente es traducción del despacho enviado por el cónsul  Louis Kaiser  a la secretaría de Estado, así como del contrato ofrecido por B. F. Johnstone a los colonos; documentos que se encuentran en los archivos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, bajo nombre U. S. Department of State. Despatches of U. S. Consuls from Mazatlán 1826-1928:





Mazatlán, México, a 5 de abril de 1902.

H. Alvey A. Adee.
Segundo Asistente de la Secretaría de estado
Washington, D. C.

Tengo el honor de acusar recibo de su despacho  número 55, de fecha 11 de marzo,  mismo que recibí el 3 de abril, pidiéndome hacer un reporte completo de todo lo concerniente a las insatisfacciones que existen entre la colonia de extranjeros en Los Mochis y el señor B. F. Johnstone de Ahome. Para su consideración aquí le transmito mi reporte como lo solicita.

Señor, soy su obediente sirviente.
Louis Kaiser

Se adjuntan diez anexos.

La Colonia de Los Mochis


La Texas Topolobampo and Pacific Railroad  and Telegraph Company tuvo un contrato con el gobierno de la República Mexicana, el 22 de julio de 1886,  para colonización, el cual estuvo en vigor hasta la aprobación del nuevo contrato con A. K. Owen el 28 de febrero de 1890.

Albert  K.   Owen,  de Chester,  Filadelfia, aseguró una concesión del gobierno mexicano para construir un ferrocarril entre los estados de Sinaloa, Chihuahua y Coahuila; corriendo de la bahía de Topolobampo, en la costa del Pacífico, hasta el México Central, en Paso del Norte; dándole el derecho de asentar colonias en ciertas tierras vacantes.

La concesión también le dio derecho a usar todo el agua, de los ríos Fuerte y Sinaloa, necesaria para irrigar la tierra que adquiriera entre los dos ríos. El señor Owen hizo un fideicomiso con J. H. Rice y otros incluyendo unos 80 000 acres de tierra llamada “Los Mochis” la cual sería vendida a un dólar de oro el acre, proveyendo que sólo él podría realizar la venta, y el señor Owen se vio obligado a asentar cada año un cierto número de colonos dentro de los límites de la concesión. Él concibió la idea de formar una sociedad anónima para comprar los 80 000 acres, más o menos, que tenía en el fideicomiso.

Estaban por lanzar 100 000 acciones, a un dólar cada una. Los primeros ingresos serían para la compra de las tierras y el resto para irrigarlas y mejorarlas, para colonizarlas  tan pronto como estuvieran listas.

Debido a la falta de confianza en la empresa del señor Owen, nunca hubo dinero suficiente de las acciones para comprar los terrenos; algo a lo que algunos llamaban ardid para no perder la concesión. Para ese entonces (1888) el honorable secretario del tesoro Wm. Windom había muerto, lo cual fue un duro golpe para los planes del señor Owen, ya que el señor Windom era el organizador y promotor de la mencionada compañía de ferrocarril. Y debido a su muerte se abandonó la empresa durante el tiempo que Owen estaba en la ciudad de México esforzándose en renovar la concesión.

Mientras tanto llegaba gente para unirse a la colonia con la impresión de que ésta estaba en regla y se quedaban grandemente decepcionados de encontrar que habían venido a un lugar carente de comodidades o siquiera lo más necesario, excepto por un buen clima.

El señor Owen pasó la mayor parte del tiempo entre Nueva York y México, intentando sostener ambos términos de su empresa y como último recurso organizó una compañía conocida como Kansas y Sinaloa Investment Company, la cual construiría un ferrocarril de la ciudad de Kansas a Topolobampo.

Bajo el nombre de The Credit Foncier Company también ayudarían con dinero a
construir un canal para irrigar una parte del “Mochis” para la colonia Topolobampo.

Los gastos de excavación del canal, mano de obra e inversión, serían pagados mediante este mecanismo: un dólar del cual tenía el valor de cincuenta centavos oro, excepto para comprar agua para lo cual tendría un valor de dólar de oro.

El señor Owen tomó una concesión para cavar un canal, construido por miembros de la Credit Foncier Company, y nadie podía usar el agua más que los colonos.

Para convertirse en colono, la persona tenía que firmar  una promesa al señor Owen y antes de partir de Estados Unidos, comprar al menos una acción  de la Credit Foncier Company. Este juramento obligaba a cada miembro de la Credit Foncier Company a atenerse a las leyes y reglas de la Colonia Topolobampo (Previamente, éstas habían sido enviadas para su estudio y comentario a cualquiera que se uniera a la colonia) y también a no recurrir con ningún asunto a los juzgados mexicanos.

Mientras que parte de los colonos construyeron el canal otros inspeccionaron el terreno “Mochis” y encontraron que tenía unos 15 000 acres de demasía, la cual el señor Owen había registrado debidamente de acuerdo a la concesión del gobierno mexicano.

Las leyes mexicanas permiten a una persona escoger su tierra donde ha hecho mejoras, consecuentemente la Credit Foncier Company comenzó a asentarse en las cercanías del dique.

Como muestra de las ideas en conflicto  que existen entre los primeros colonos que llegaron a Topolobampo y aquellos que llegaron con la Kansas y Sinaloa Improvement Company  respecto a cómo  manejar la colonia, tanta diversidad de opiniones  se han mostrado que fue imposible para el señor Owen mantener a la gente unida y la concesión virtualmente se perdió. Ahora, como la gente había comenzado a construir casas en el terreno y la Credit Foncier Company cerca al “Non este”  (así es llamada ahora la facción de Owen) comenzó a buscar otros medios para mantener sus posesiones. El señor J. Rice, como representante del fideicomiso de la citada compañía de ferrocarril, había dado un poder al señor Joseph Hampl, quien otorgó un contrato de noventa y nueve años con favorables términos de  pago   a todos aquellos que se apegaban a las ideas de Owen y de él mismo. Estos contratos fueron debidamente sellados y estampados, pero parece que nunca fueron registrados.

La colonia “Los Mochis” o Topolobampo, se compone de una gran mezcla de gentes de casi una docena de naciones, entre las cuales hay algunas personas con muy buena educación, pero la mayoría de ellos son de la clase ordinaria que viven en un plan de cooperativa bajo la influencia del señor Albert K. Owen. Originalmente consistía de unas quinientas almas pero que, debido a diferentes causas y razones, ha disminuido hasta alrededor de unas cien almas en el presente.

La gente más o menos estaba ilusionada con cuentos de hadas, etcétera etcétera, y soportó grandes penalidades, tanto así que a solicitud de algunos de los colonos el gobierno de los Estados Unidos envió ahí un barco de guerra, con comida para ellos pero los oficiales del barco encontraron que habían sido mal informados ya que los colonos tenían buenas provisiones de alimentos.

La colonia nunca fue un éxito y la gran mayoría de los colonos ha dejado el lugar  con repugnancia y en el presente sólo una pequeña porción permanece en Los Mochis. La principal causa de todos los problemas es que los colonos que aún quedan creen tener derechos sobre las tierras y sobre el canal, lo cual, en mi humilde opinión,  no es el caso.

Esta colonia pronto tuvo una reputación desfavorable y, en opinión de los colonos,  todos estaban conspirando en contra de ellos y de sus derechos, hasta que finalmente alcanzaron la etapa en que son conocidos como golpeadores y han mantenido esa reputación hasta lo último.

Ahora tengo en mis archivos varias peticiones a los diferentes cónsules de aquí, a las cuales los dichos cónsules no prestaron atención y las encontré pulcramente atadas en los archivos de este consulado. La carta adjunta, escrita por el cónsul en La Paz, James Viosc, le dará una idea de la reputación que tienes esas gentes. Esta carta es el anexo 7.

Todas las concesiones hechas por las diferentes partes fueron hechas sin la menor referencia a los derechos que esos colonos tenían, tanto en lo que se refiere al terreno como a las aguas del dique en Los Mochis.

Aquí le transmito a usted la opinión del abogado A. B. Gastélum de El Fuerte a John. H. Rice, un abogado de Chicago, Ia cual le dará una idea de la situación legal del canal así como de los terrenos de Los Mochis Si desea puedo conseguirle una copia del contrato celebrado entre Leondra Fernández, Secretario del Interior, y Lorenzo Elizaga abogado de B. F. Johnstone, de  la Sinaloa Sugar Refining Company, para la utilización de las aguas de los ríos Sinaloa y Fuerte en el estado de Sinaloa, el cual da al señor B. F. Johnstone el control legal de dicho canal.

Anexo número dos. Muestra la propiedad legal que ejerce B. F. Johnstone sobre 40 000 acres de tierra situada cerca y alrededor del canal de Los Mochis. Es una copia del título de propiedad del terreno conocido como Los Mochis, situado en el distrito de El Fuerte, estado de Sinaloa.

Los colonos ignoran estos hechos y aducen que el citado señor B. F. Johnstone no tiene derechos para reclamar ni los 40 000 acres de tierra ni el uso de agua del canal Los Mochis, y dicen que Johnstone ocupa la tierra fraudulentamente.

De la mejor información que pude obtener, creo que el señor Johnstone es el propietario legal de ambas propiedades. Las autoridades de la ciudad de México lo mismo que el gobernador de este estado apoyan su postura y han dado órdenes a las autoridades locales para que protejan las propiedades del señor Johnstone y arresten a cualquiera que dañe o viole dichas propiedades. Como anexo número 3 le adjunto copias de dichas órdenes.

Los colonos han sido muy desafortunados al asentarse y mejorar las tierras, a lo cual no tenían derecho, y es un gran infortunio para esa pobre gente renunciar a todo y empezar una nueva vida otra vez.

El señor Johnstone  viene a menudo a negocios y me ha llamado varias veces y a pedido mío me explicó la situación y me pidió que investigara ambas versiones. Decliné a esto no deseando mezclarme en este asunto hasta que, en su última visita a Mazatlán su manejador de Ahome le envió una carta informándole que el señor Cox, uno de los colonos, amenazaba públicamente la vida del señor Johnstone si no obtenía lo que él consideraba un arreglo justo  (ver anexo 5) y me pidió de nuevo que lo acompañara a Ahome, lugar desde donde pude llegar a Los Mochis y actuar como mediador entre las dos partes o al menos ver cuál era la verdadera causa del problema, y sugerir vías para un acuerdo pacífico. Y al tener una gran cantidad de correspondencia insatisfactoria con algunos de los colonos, por fin consentí ir allá.

Tuve varias entrevistas con los líderes en Ahome y, a invitación suya, fui a Los Mochis a reunirme con TODOS LOS COLONOS Y POBLADORES  y oír su versión de esta historia, y a hacer lo que pudiera para proteger sus derechos.

Señalamos lugar y hora para el encuentro, cita que tanto yo como los colonos mantuvimos. Después de escuchar una media docena de discursos, más o menos, les aconsejé abandonar su actitud hostil y antagonista hacia el señor Johnstone y que me dieran poder para interceder por ellos ante él. Ellos se opusieron violentamente diciendo que no tenían nada que arreglar ya que la propiedad en cuestión era legalmente de ellos  y que lucharían por ella hasta el final. La misma mañana un comité de colonos y pobladores me esperaba y amablemente me pidió que los visitara y asistirlos para llegar a los mejores términos con el señor Johnstone, ya que estaban cansados de pleitos y amenazas. Y si yo pudiera inducir al el señor Johnstone para que les diera lo justo  para seguir su vida y que les permitiera conservar sus hogares, ellos se quedarían y construirían sus casas permanentes. Me reuní con estas gentes y las encontré dispuestas a escuchar y les ofrecí mis servicios y buena voluntad para llegar a un arreglo. La gente que atendió esta reunión representa el 80% de los colonos y pobladores, y todos ellos cumplieron su palabra y realizaron contratos con el señor Johnstone. Pasé unos tres días en los asentamientos y cuando regresé a Ahome estaba y me sentía satisfecho de haber hecho un gran trato hacia el establecimiento de la paz  y prosperidad. El  señor Johnstone y yo mismo pasamos casi una semana discutiendo la situación y la mejor manera para llegar a un arreglo justo para todos. Entonces el señor Johnstone propuso que los colonos retuvieran las casas que ahora ocupan sin cargo alguno; rentarles los terrenos a $ 1.00 por acre; y agua para irrigación a un dólar por acre; por un término de mil años. Además estuvo de acuerdo en pagarles un buen precio por la caña que cosecharan. Esta propuesta se la adjunto como anexo  5.   Esto ha dado más libertad al señor Johnstone y los contratos se han celebrado con cerca del 80 por ciento de los colonos.

El resto de los colonos insatisfechos son liderados por tres hombres, señores Hampl, Bentley y Law, con quienes no pude hacer nada, ya que ellos lo querían todo a su modo, correcto o no, o peleaban por ello.

Le anexo copias de cartas de los así llamados líderes (anexo 6) para que se dé su propia  idea,  y también remito copias de las solicitudes enviadas al embajador en la ciudad de México (anexos 8 y 9).

Yo afirmo que, de la mejor información que pude obtener, encuentro que muchos de los colonos insatisfechos no son estadounidenses, aunque encontré entre ellos algunos viejos soldados de la rebelión.

En conclusión, yo afirmo que me he  esforzado para dar a usted mi opinión sin prejuicio alguno y le he reportado los hechos tal como los encontré. Siento que la parte más deplorable de este asunto es que mientras toda mi simpatía está con la mayoría de los colonos, por sus muchos problemas e infortunios, por todo lo que pude saber, es el señor Johnstone el propietario legal de los bienes en disputa.


Contrato de arrendamiento



Enero 11 de 1902.

Habitantes de Mochis.

Los Mochis

Habiendo adquirido por compra la propiedad y posesión de las tierras conocidas como Los Mochis y el canal del mismo nombre; lo mismo que autoridad del gobierno federal mexicano para tomar aguas del río Fuerte por medio de dicho canal y para ampliarlo y profundizarlo; estos hechos constan en archivos públicos y están abiertos para la inspección; que todos los colonos que lo deseen podrán permanecer en las citadas tierras. También, tomando en consideración las circunstancias en que muchos de ustedes se asentaron en estas tierras. Deseo a favor de la compañía que represento ofrecerles un contrato de renta, por el término de mil años, sobre las casas con todas sus mejoras que les han hecho, por la suma meramente nominal de $ 1.00 el acre por año. Adicionalmente  acordamos agrandar y mejorar el canal y una vez terminado proporcionarles agua para irrigación a 40 centavos por acre.
Adicionalmente acordamos pagar todos los impuestos que dichas tierras pudieran causar por el término de diez años.
Estos contratos serán por supuesto propiedad del firmante y éste recibirá los beneficios de cualquier aumento en el valor de la propiedad, y en caso de muerte heredará los beneficios a sus herederos.
Estos contratos serán dados absolutamente sin condición alguna u obligación por parte de los pobladores hacia la compañía, y sólo será sujeto a la cláusula usual  de que las instalaciones no serán usadas para otro propósito, ilegal o inmoral, y no puede ser vendida sin el consentimiento del arrendador.
Confiamos que ustedes reconocerán  el hecho de que la renta de un dólar por acre es enteramente nominal y de ninguna manera representa ganancia monetaria para nosotros. Les hacemos esta oferta en un esfuerzo sincero de convencerlos de nuestro deseo de encontrarnos con ustedes en un espíritu amistoso.  Los términos del mismo aseguran a cada poblador una casa permanente con agua alrededor de un 50 % menos que en el presente.
Nuestra nueva intención es  gastar un millón de dólares en mejorar nuestra propiedad, construir molinos de azúcar, etcétera, lo cual dará empleo a todos los hombres que lo deseen y proporcionar un mercado para los productos de ustedes. No tenemos duda de que a muy corto plazo los contratos  se convertirán en algo muy valioso para ustedes.
Con esta propuesta sentimos que hemos hecho todo nuestro deber moral, y por bien de las futuras relaciones amistosas confiamos que ustedes con encontraran con el mismo espíritu.

Sinceramente suyo
B. F. Johnstone.




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